Políticas

29/12/2016|1443

Postales de Navidad: la traición de la CGT y el triunfo de la lucha


El triunfo conquistado por los investigadores del Conicet deja planteadas diversas conclusiones para el conjunto de los trabajadores. En una misma semana se vivieron hechos que se oponen por el vértice: mientras la CGT acordaba con Macri una ley que mantiene el impuesto al salario para aproximadamente 1,5 millón de trabajadores, en el Conicet un colectivo combativo de jóvenes científicos precarizados protagonizaban la ocupación del Ministerio de Ciencia y Tecnología para reclamar la reincorporación de la totalidad de los 508 despedidos.


 


Este choque estratégico entre la burocracia sindical y los trabajadores se retrató en dos postales del viernes 23 de diciembre. En el mismo momento que la cúpula de la CGT brindaba en Olivos con Macri, escuchando los agradecimientos que les dispensaba el Presidente por su ‘responsabilidad en no reclamar de más’, los jóvenes científicos precarizados se reunían en asamblea y no levantaban su ocupación hasta confirmar que la totalidad de los despedidos tuviese asegurada su continuidad laboral, en las mismas condiciones profesionales y laborales que la venían desarrollando hasta el momento. La tenacidad de la lucha y la amenaza de pasar Navidad dentro del propio Ministerio de Ciencia y Técnica llevó al gobierno a morder el polvo y admitir su derrota.


 


La conclusión que se deriva de este contraste debe ser debatida en el conjunto del movimiento obrero. El triunfo obtenido por los compañeros del Conicet muestra que enfrentamos un gobierno al que se lo puede derrotar si se lucha de verdad. Si lo pudieron lograr un grupo relativamente pequeño de trabajadores del Conicet, apoyados por algunos sindicatos como AGD-UBA y Conadu Histórica, ATE y la Fuba, qué decir de lo que pudiesen conquistar los grandes sindicatos que tienen la capacidad de paralizar la producción, el transporte, el comercio y las finanzas. Para que se entienda bien: un plan de lucha de la CGT y los sindicatos hubiera conquistado no sólo la eliminación del impuesto al salario, sino también infligido una derrota categórica al conjunto de la política de entrega, ajuste y endeudamiento del gobierno.


 


La gran lucha de los jóvenes científicos del Conicet también permite sacar conclusiones sobre la política del kirchnerismo. El camporismo fue y vino, retaceando en un primer momento el apoyo a la ocupación y a la lucha, ya que enfrentaba una contradicción evidente. No sólo Barañao había sido su ministro estrella, sino que todo el directorio del Conicet está copado por sectores K. La pata sindical kirchnerista (La Corriente Federal que encabeza el secretario general de la Bancaria, Palazzo) brilló por su ausencia, repitiendo la conducta que asumió en las últimas semanas cuando la CGT entregó la lucha contra el impuesto al salario en un pacto con Macri. La ‘organicidad de la CGT’ -o sea, su pertenencia a la burocracia sindical- es un límite infranqueable del kirchnerismo sindical, que es parte de la burocracia peronista en su conjunto.


 


La clave de la situación política de la Argentina se reduce a cómo hacer para descargar la bancarrota capitalista sobre las espaldas de los trabajadores. El lugar ganado en la mesa del poder por la burocracia sindical es una expresión distorsionada de esta situación. Luego de legitimar el impuesto al salario, el gobierno va por más. Con la excusa de la llegada de las inversiones, está en la agenda la eliminación de los convenios colectivos de trabajo, una nueva paritaria a la baja y una reforma previsional que suba la edad jubilatoria. La CGT, claro, dejará pasar esto y mucho más.


 


Pero el triunfo de los jóvenes científicos precarizados marca que al gobierno se lo puede derrotar desarrollando la lucha de clases de los trabajadores, desmintiendo de paso a quienes partiendo de un derrotismo desmoralizante creen ver un ofensiva derechista continental que sólo puede ser enfrentada en una alianza con los CFK, Lula y compañía -o sea, con los responsables de que la derecha hoy sea gobierno.


 


Brindemos por los compañeros del Conicet y, por sobre todo, sigamos su ejemplo.


 


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