Políticas

25/7/2002|764

Prensa Obrera y Wall Street

Ningún lector medianamente regular de Prensa Obrera se habrá sorprendido del colapso de WorldCom y otros grandes pulpos norteamericanos, de la devaluación del dólar o del espectacular derrumbe de la Bolsa de Wall Street. No es que seamos financistas o especuladores; pero los piqueteros que siguen nuestro periódico saben que el Partido Obrero ha venido caracterizando con una inusitada insistencia que los estallidos del sudeste asiático, de Rusia, de Brasil, de México, de Argentina y ahora de toda América Latina no eran más que distintas manifestaciones de una crisis capitalista mundial cuyo corazón y motor se encontraba en los Estados Unidos.


Ahora que la crisis se manifiesta de manera abierta y la Bolsa de Nueva York cayó por debajo de los 8.000 puntos, conviene recordar lo que decía Prensa Obrera hace unos años, cuando ese mismo índice había superado los 10.000 puntos (a fines de marzo de 1999), y se lo interpretaba de manera unánime como una prueba de la imparable vitalidad del capitalismo.


En un artículo de Pablo Rieznik, (“¡10.000 puntos!”, Prensa Obrera, 13/5/99) se destacaba que el ascenso del índice bursátil “es un registro de enormes desequilibrios en la economía internacional, de la hipertrofia de los beneficios especulativos y de factores excepcionales insostenibles en el próximo período”… “una especie de fuga hacia la nada”.


Los hechos parecían desmentirnos, porque la Bolsa pasó de los 10.000 puntos, a los 11.000. Pero en ese trabajo se denunciaban las limitaciones que imponían “el endeudamiento sin precedentes del capital norteamericano; la sobrevaluación del dólar por la demanda para la especulación; el enorme resultado negativo de la balanza comercial yanqui (…) el endeudamiento de los consumidores y la sobreinversión” y por sobre todo “en primer lugar, que el aumento de las acciones no (era) una consecuencia del aumento de las ganancias de las empresas”. Hoy, cuando todos se “sorprenden” al enterarse de que todos los grandes grupos norteamericanos son truchos, debemos recordar que Prensa Obrera lo denunciaba hace dos años. Señalábamos que los dividendos eran casi nulos, ” un fenómeno idéntico al que precedió, diez años atrás, el comienzo del derrumbe de la Bolsa y de la economía japonesas”, y hasta comparaba, citando a un especulador norteamericano, la “intensidad” del proceso especulativo en curso “con el que terminó en 1929, en la mayor catástrofe económica del siglo”.


Toda nuestra caracterización de la crisis mundial ha girado en torno al hecho de que su centro se encontraba en los Estados Unidos y a que la acumulación de sus agudísimas contradicciones preparaba un estallido que sería tanto más destructivo cuanto más tardara en producirse.


En junio del 2000, por ejemplo, se señalaba el fenomenal deterioro de las empresas norteamericanas, que en el lapso de siete años (entre 1992 y 1999) habían pasado de un superávit financiero de 520.000 millones de dólares a un déficit financiero de 480.000, y se concluía que “estos datos significan que, de un lado, la llamada ‘expansión’ del siglo ha tenido lugar como consecuencia de un hipotecamiento, este sí sin precendentes en el siglo, del capital norteamericano, y del otro, que el rendimiento o ganancia efectiva que resultó de la aplicación de ese endeudamiento no permite levantar la hipoteca adquirida” (Jorge Altamira, “Los bancos centrales miran al abismo”, Prensa Obrera, 22/6/2000).


El mismo artículo de Altamira anticipaba que “Estados Unidos estaría a punto de conocer el mismo derrumbe especulativo que afectó a Japón en los ’80, con la consecuencia de una depresión económica que lleva más de una década y una pérdida patrimonial sin precedentes en la historia”.