PRENSA | Télam es una olla a presión

El clima en Télam es irrespirable. Prácticamente todos los días los trabajadores asisten, azorados, a una nueva manifestación de prepotencia y arbitrariedad, que a su vez se convierte en un nuevo mojón del proceso de destrucción de la agencia que caracteriza a la gestión de Martín Granovsky.

Las dos últimas perlitas ocurrieron en menos de una semana. Por un acto que mezcla discriminación y desidia, la patronal impidió que la agencia estatal cuente con una cobertura a cargo de periodistas especializados del Festival Internacional de Cine en Cannes.

Primero, el gerente periodístico Jorge García negó el dinero para los viáticos (todos los demás gastos estaban cubiertos por el INCCA) argumentando que "no le interesaba la cobertura". La presencia del cine argentino en el encuentro parecía no afectarlo.

La presión del propio Instituto de cine y un atisbo de sentido del ridículo lo hicieron retroceder. Pero en lugar de garantizar la presencia del compañero que habitualmente sigue el tema y contaba con las autorizaciones para moverse como corresponde en el Festival, envió a un colega sin ningún criterio ni contacto, y sin ninguna acreditación para cubrir lo más importante del evento, pero que reporta a la gerencia que dirige el inefable García.

El otro bochorno lo protagonizó el vicepresidente de la agencia, Felipe Yapur, quien se autoadjudicó un viaje a Ecuador, de donde mandó textos y fotos firmados por él, generando un precedente inaceptable para el trabajo en la agencia, al pasar por encima del enviado e incurrir en tareas como la de tomar fotos, que no corresponden a un redactor.

Ambos episodios no fueron un rayo en cielo sereno. Se suman a la censura cotidiana, los intentos de despidos, el cierre de la guardería, los desplazamientos de compañeros y las maniobras oscuras con los fondos de la agencia, que no sólo son manejados de manera irregular, sino que, cada tanto, quedan en el medio de las disputas de camarillas que recorren al gobierno nacional.

Leonardo Villafañe