Políticas

27/11/2003|827

Proponen formar una “nueva” policía bonaerense

La policía bonaerense está prácticamente decapitada. Sencillamente, porque no existe un solo comisario que puedan designar como jefe de la fuerza. Como reconoció el viceministro de Seguridad de Solá, la Bonaerense “entró en un proceso de degradación muy fuerte y existen serios problemas para conformar la máxima conducción” (Clarín, 13/11).


La crisis policial se catapultó ante la evidencia inocultable de que los grandes secuestros extorsivos están ejecutados por bandas integradas y/o protegidas por la Bonaerense.


La participación policial está directamente comprobada en el caso Belluscio, por la detención de un cana de la Federal que formaba parte de la banda, porque tenía datos precisos sobre los recursos de la familia de la víctima (se quedaron con un rescate de 150.000 dólares) y porque el secuestro fue un operativo, a plena luz del día, con varios autos y no menos de seis individuos, armados con fusiles FAL.


Los secuestros son una extraordinaria fuente de ingresos, en la medida en que, según los expertos, sólo se denuncia el 10 por ciento de los casos.


La impunidad de estos delitos exige, desde luego, la complicidad de los intendentes bonaerenses (mayoritariamente del PJ). “En el secuestro de Pablo Belluscio (participaron) seis hombres con fusiles FAL, lo interceptaron en avenida Libertador, en un operativo que se parece demasiado al secuestro del padre de Leonardo Astrada o al del padre de Cristian Traverso. A su vez, esos operativos se parecen demasiado a operativos policiales y la voz está muy extendida sobre los datos presuntamente aportados por los vigiladores privados” (Página/12, 30/10).


Existe un entramado entre un ejército de 47.000 hombres (la Bonaerense), otro de 70.000 (las agencias privadas de “seguridad”) y el extendido aparato punteril del PJ.


El círculo se cierra con la acción de jueces y fiscales, que desvían la responsabilidad de los delincuentes uniformados, a partir de “tareas de inteligencia policiales” (Clarín, 23/11).


En este cuadro se inserta “Juanjo” Alvarez, ministro de Seguridad de Solá, “como un funcionario que justamente se lleva bien con las partes acusadas, tanto los comisarios como los dirigentes políticos, en especial los duhaldistas” (Página/12, 18/11).


El resultado inevitable de la “narcodemocracia” es que el “60 por ciento de la Bonaerense (está) sumariado” (La Nación, 17/11).


Bajo la gestión de dos de los principales comisarios de la Bonaerense que acaban de ser relevados, Casafús y Smith, los secuestros crecieron como nunca, además, de “obstruir a la Justicia, y favorecer a dos bandas de secuestradores y asesinos” (Página/12, 12/11).


La Bonaerense “bis”


En medio de la más absoluta impotencia, tanto de Solá como de Kirchner, reapareció el fracasado depurador de la Bonaerense, el ex ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires León Arslanián. La “propuesta” de Arslanián es crear una segunda Bonaerense, de 15.000 hombres; “una fuerza nueva, con base cero”, “una nueva policía del conurbano, que debería ser organizada exclusivamente como policía de seguridad en cada uno de los municipios del Gran Buenos Aires” (Página/12, 18/11).


La “nueva” policía de Arslanián conviviría con la vieja, transformada en una “Bonaerense residual” .


Pero la “nueva” e “impoluta” cana de Arslanián estaría manejada nada menos que por los jefes políticos del delito, pues “dependería directamente de cada uno de los intendentes del Conurbano” (Página/12, 18/11)


En tanto, la “Bonaerense residual” tendría las manos libres para dedicarse directamente al crimen organizado, tal cual ocurre hoy con “los más de 6.000 policías bonaerenses que no tienen tareas asignadas” (por estar sumariados), y que son aprovechados “por superiores corruptos en negocios ilegales o permiten que hagan los propios” (Clarín, 23/11).


La burguesía exige, de todos modos, que se actúe con prduencia, porque, dice Grondona en La Nación, “el aparato político bonaerense simboliza las mañas de la política criolla”, pero “asegura el ejercicio del poder” (9/11). Los Grondona se definen contundentemente, “más allá de la furia cíclica de nuestras pasiones” (ídem).