Políticas

25/4/2002|751

Pueblada en Tucumán

Que se vayan todos, por una Asamblea Popular Constituyente en las provincias, los municipios y las comunas

El llamado, el lunes pasado, de diversos agrupamientos, radios y otros medios para frenar el intento de desplazamiento del fiscal anticorrupción, Jerez, que investigaba, entre otras cosas, las posibles coimas pagadas por el gobierno de Miranda para lograr los votos en la Legislatura que habilitaron la convocatoria a reformar la Constitución de la provincia, terminó precipitando una pueblada.


Alrededor de 15.000 personas fueron a la Plaza Independencia para reclamar la restitución del fiscal. El cacerolazo en el interior de la plaza debía servir para reunir firmas y un petitorio a la Legislatura, pero fue completamente desbordado por la multitud, que primero ocupó las escalinatas de la Casa de Gobierno e hizo retroceder a la policía que quería ocupar esa zona; luego los cánticos se fueron radicalizando y comenzó a predominar el “que se vayan todos”; luego comenzaron los discursos que transformaron a la concentración en una formidable asamblea popular.


Los sectores más conciliadores querían desconcentrar rápido, pero se los frenaba al grito unánime de “el pueblo no se va”. Se usaron otras artimañas para desconcentrar: primero, diciendo que el gabinete había renunciado, a lo que la gente contestaba que además renunciaran Miranda y los legisladores; después, que en la Plaza no estaba todo el pueblo y que debía volverse a convocar en 72 horas, a lo que multitud respondió que había que quedarse y de ahí en más concentrarse todos los días hasta que se fueran todos.


Distintos oradores denunciaron la crisis social, sacando a luz las reales y profundas motivaciones que llevaron a esta irrupción. Lo del fiscal, como siempre ocurre en el salto del proceso de lucha, fue el hecho fortuito, la gota que llena el vaso, el detonante; las causas profundas de la reacción popular han sido el hundimiento de la provincia y las condiciones de vida de la mayoría laboriosa, a lo cual se agrega el carácter mafioso y descompuesto de la camarilla gobernante y la profunda crisis que abrió su convocatoria reformista de la Constitución, incluso en las cámaras patronales, para los cuales un proceso electoral dilataría el ajuste contra el pueblo.


En las últimas semanas, los empresarios, los colegios profesionales y La Gaceta desplegaron una feroz campaña para promover la investigación iniciada por el fiscal, lo que precipitó que el gobierno impulsara desde la Legislatura el desplazamiento de Jerez. En el gobierno confiaron en que el cacerolazo no iba a pasar a mayores; incluso, durante toda la tarde, el aparato del PJ hizo una vasta tarea, convocando a una contra-manifestación con el argumento de que el cacerolazo era golpista. Los justicialistas no aparecieron, arrugaron ante la multitud. Antes del inicio del cacerolazo, un nuevo partido impulsado por la Fundación del Tucumán y La Gaceta (una suerte de UCD tucumana) llamado Ciudadanos Independientes, convocó a un acto; en otro rincón Fuerza Republicana hizo otro tanto, para capitalizar de entrada el cacerolazo, pero fueron ambos desbordados, hasta el punto que cuando anunciaron que entre los presentes estaba Ricardo Bussi, el grito unánime fue “que se vaya, que se vaya”. La manifestación estuvo llena de banderas argentinas, había muchos ataques a los partidos, pero ese recelo apunta principalmente a los políticos patronales, y puede servir para derrocar al gobierno.


Un orador señaló que esa pueblada era el 19 de diciembre en Tucumán, y que había que preparar el 20, que no había que desocupar la plaza, sino que desde allí había que convocar a todo el pueblo de la provincia a reunir Asambleas Populares y a marchar a la plaza central, para lograr “que se vayan todos”, para romper con el FMI, para no pagar la deuda pública, para salvar la salud, la educación pública, los salarios y el trabajo. Y como el derrocamiento de De la Rúa no fue un producto espontáneo, la pueblada tucumana tampoco lo es. Viene precedida de una creciente lucha en la Capital y los pueblos del interior, de huelgas de empleados, de cortes y marchas. Con la pueblada se ha creado el escenario para ir a fondo en la extensión y masificación de la lucha a todos los pueblos donde hay conflictos explosivos con las intendencias y los consejos consultivos por el tema de los planes y los subsidios.


En la manifestación se presentó la cuestión clave de la salida a la crisis; un sector (alentado por el PJ disidente y Fuerza Republicana) reclamaba “intervención”, otro sector le respondió “elecciones, elecciones”. Es claro que el reclamo de la intervención federal es insostenible, porque eso significaría un delegado de Duhalde. Los que plantearon “elecciones ya”, apuntan a hacer caer el gobierno y disolver la Legislatura, lo que abre una crisis revolucionaria en todas las provincias y el país.


El Partido Obrero plantea que el poder en la provincia, los municipios y las comunas tiene que ser transferido a una Asamblea Popular Constituyente. En función de esta perspectiva, la tarea es impulsar en todos lados la realización de Asambleas Populares y la extensión del Bloque Piquetero y de los sectores sindicales combativos. La concentraciones diarias masivas en la Plaza Independencia son por ahora el marco inmediato para la movilización, que se debe reproducir en las plazas de todos los pueblos del interior, y ello debe servir para unir las cacerolas, los piquetes y las fábricas, para una lucha de conjunto, la huelga general que imponga la salida de los explotados a la crisis.