Políticas

29/11/2019

Puerto de Buenos Aires: en medio del traspaso presidencial se frustra la licitación

El gobierno de Mauricio Macri tuvo que dar marcha atrás al controvertido proyecto de licitación que, entre otras cosas, establecía una única operadora portuaria -en la actualidad operan tres empresas-, por el plazo de 35 años, prorrogables a 50, a cambio de una inversión de 1.370 millones de dólares, en tanto el Estado aportaría otros 840 millones de dólares en obras.


La decisión se conoció estos días con la resolución del interventor de la Administración General de Puertos (AGP), Gonzalo Mórtola, que posterga la apertura de sobres de la licitación prevista para el 8 de diciembre -dos días antes de que Macri culmine su mandato- para marzo del 2020, cuando ya se encuentre ejerciendo su mandato Alberto Fernández.


Una riña patronal


La tensión alrededor del proyecto macrista fue incrementándose en la medida que se acercaba la fecha tope para la apertura de los sobres.


El proyecto del gobierno no solo contempla una posición monopólica en el puerto donde se concentra más del 60% del tráfico del comercio exterior del país, sino que habilita la posibilidad de desafectar terrenos asignados al puerto para la promoción de negocios inmobiliarios en una zona de una alta cotización. Para los trabajadores, implica una amenaza real a sus puestos de trabajo y a sus condiciones de empleo ya que plantea duplicar la capacidad productiva del puerto en medio de una política de retiros voluntarios y despidos hormiga.


El PJ se valió de los puntos débiles del proyecto macrista para intentar torpedear la licitación y que el asunto se dirimiera bajo su propia tutela. Resulta que estamos hablando de un negocio millonario, con tarifas dolarizadas, en un área estratégica y sensible de la economía nacional: la designación de una empresa única que controle las operaciones del puerto no parece un asunto menor para un país que en sus orígenes se vio cruzado por el control del Puerto de Buenos Aires. Para esto utilizaron su bancada en el Senado y en la Cámara de Diputados, lugar desde donde lanzaron su artillería contra Mórtola y el ministro de Transporte Guillermo Dietrich, vinculando al macrista Nicolás Caputo con la empresa que eventualmente se haría con la licitación. 


Los gremios como furgón de cola


Lo llamativo fue la actitud asumida por los gremios, cuyos dirigentes se ubicaron en uno  otro campo de la disputa, evitando imponer en medio de esta crisis una agenda de los trabajadores.


La FEMPINRA, vinculada al próximo gobierno de Alberto Fernandez, se opuso tajantemente a que se consume la licitación. Llegó en estos días a convocar una asamblea, votar una movilización al Congreso y amenazar con un paro, de seguirse en la línea trazada por el actual gobierno.


La partida la completa el SUPA, donde su dirigente Jun Corvalán defendió la necesidad de un puerto “más competitivo” y la llegada de inversiones. Mientras se pronunció por una licitación a 30 años. Con todo esto se ubicó en el terreno del proyecto del actual gobierno.


Ambos sectores actuaron amparándose en la necesidad de defender los puestos de trabajo. Sin embargo, en el último año las operadores se han librado de unos 200 trabajadores, y han aumentado la presión sobre los obreros del puerto.


Un puerto para los trabajadores


El futuro de la licitación del Puerto de Buenos Aires ahora ha pasado a manos del próximo gobierno, que deberá determinar si mantiene o deroga los términos de una licitación que no pudo ser. Algunos analistas también ubican este fracaso en la baja redituabilidad del puerto respecto a las inversiones demandadas. La Argentina acaba de quedarse sin conexión “directa” con uno de los principales destinos de exportación: los puertos del Mediterráneo, entrada a los centros comerciales europeos (Ambito.com 27/11).


Lo que no ha estado presente aún es un programa de reivindicaciones y medidas planteadas por los trabajadores. La actual crisis del puerto debe servir para incorporar una agenda obrera que perfile una reorganización portuaria al servicio de los trabajadores. Se vuelve más necesaria que nunca una profunda deliberación en todo el gremio, sin distinción entre los sindicatos, por medio del método de la asamblea general, para imponer la voz de los trabajadores en un escenario que hasta el momento dominan las patronales.