Políticas

29/2/1996|483

Qué hay detrás de la bancarrota de la ANSES

La bancarrota del sistema previsional estatal está asumiendo proporciones de catástrofe. Clarín informó que en 1995, el déficit de la ANSES fue de 2.700 millones. Sin embargo, es una consecuencia deliberada de la política oficial y cuenta con el apoyo de la clase capitalista. La magnitud del déficit nos está anticipando que el gobierno se apresta a retrasar el pago de las jubilaciones, subir aún más los impuestos, acelerar la liquidación de las Obras sociales y arancelizar la salud y aumentar la deuda externa.


En el folleto del PO, ‘La Bolsa o la Vida’ , advertimos que con la reforma previsional que instauraba la jubilación privada, “la jubilación oficial quedará completamente desfinanciada… lo que originaría un déficit al sistema público ininterrumpido de 23.000 millones de dólares hasta después del año 2010” (pág. 7).


En realidad nos quedamos cortos, porque el dúo Menem-Cavallo acentuó aún más esta perspectiva de quiebra previsional:


1) Dispuso una rebaja en los aportes patronales que van a las Cajas oficiales,  del 30 al 80 %. Según FIEL, que apoya toda esta política destructiva, “la pérdida de recursos en este caso respecto del régimen vigente hasta 1993 (anterior a la reforma) se puede estimar para el corriente año en unos 2.300 millones de pesos” (El Economista, 16/2).


2) La presencia de las AFJP le restó aportes al sistema estatal, que FIEL calcula “en 2.200 millones para 1996”. FIEL concluye que “ambas reformas implican pues una pérdida de unos 4.500 millones de pesos en 1996, respecto del régimen plenamente vigente hasta 1993”.  Si se agrega la absorción de los déficits de las Cajas provinciales, “la pérdida de ingresos por reformas sumada al incremento de déficit se ubica en 5.000 millones de pesos cada año”.


FIEL, sin embargo, no computa lo que pierde el sistema previsional por la aplicación de las llamadas “nuevas modalidades de contratos laborales”. Por estos contratos, las patronales no pagan los aportes sociales (jubilación, salario familiar, obra social, etc.). El privatista Santiago De Estrada reconoce que esos contratos, “que no pagan contribución previsional”, ya tienen una “extensión que ha avanzado más allá de lo prudente” (La Prensa, 14/2).


La crisis del régimen previsional estatal no cae entonces del cielo.  El quebranto que tuvo la ANSES en 1995, de 2.700 millones, se hubiera transformado en superávit de no haber sido por los 5.000 millones  de pérdidas ocasionadas por las ‘reformas’.


Lo que el gobierno pretende con esta política deliberada de bancarrota de la ANSES es:


1) Justificar el no aumento de las jubilaciones, por el déficit.


2) Suplantar por completo el aporte patronal con un impuesto general que pagará todo el pueblo.


3) Arancelizar y privatizar el sistema de salud.


 


El Partido Obrero denuncia esta política de destrucción y llama a luchar por:


1) Jubilación mínima de 500 pesos. Por el 82% móvil financiado con el aporte exclusivo de las patronales


2) Anulación de la jubilación privada y transferencia de sus fondos a la ANSES.


3) Por un sistema estatal único, bajo administración y control de trabajadores y jubilados.