Políticas

23/10/2008|1060

Que no pasen los despidos ni las suspensiones

CGT: Ni empleo ni salario

Como una marabunta se desencadenan despidos, supresión de turnos, caída de contratos, suspensiones y cortes de extras en numerosas ramas de la industria.

El epicentro aparece en Renault y en el conjunto de la industria automotriz, autopartista y del neumático. La planta de Santa Isabel, en Córdoba, decidió el corte de 500 contratos y 120 despidos de efectivos de acá a fin de año, sobre un total de 1.500 compañeros, con el aditivo de suspender toda la producción hasta ese entonces por diez días con pago al 70%. Volkswagen anunció la supresión del cuarto turno de sábados y domingos, el corte de extras y anticipo a diciembre de las vacaciones. Iveco, después de la suspensión de 24 horas, estudia suspensiones rotativas General Motors suspende la última semana de octubre.

Se trata apenas de la punta del iceberg. Daniel Miranda, del Smata Córdoba, informó que la autopartista Polymont, que hace mantenimiento para Renault, quiere reducir 27 puestos de trabajo y otra autopartista, Denso, que fabrica condensadores y equipos de refrigeración, también llevó a cero las horas extra” (Crítica, 18/10). En la misma actividad, la industria del neumático ha despedido centenares de compañeros y ahora adelanta las vacaciones a noviembre. En Peugeot despidieron 40 contratados, cortaron las horas extras y no se habla de otra cosa que de los mil despidos como resultado de la supresión del turno noche.

Easy fue noticia y conmovió a la opinión pública con su anuncio de 350 despidos, que fueron “postergados” como consecuencia de un paro fulminante. Este caso, al igual que el anuncio de 100 despidos de Alpargatas de Uruguay (“avisaron desde Argentina que anulaban toda compra hasta fin de año por caída de la demanda” – ídem- ) indica que no se trata sólo de la caída de los pedidos de autos de Brasil o del cambio desfavorable con ese país, sino de una violenta caída del consumo argentino, consecuencia directa de la caída del poder adquisitivo de los salarios.

La burocracia sindical, además, está ocultando situaciones críticas en innumerables ramas de la industria. En gráficos hay despidos en Alcar y Transtex, ambas fabricantes de tarjetas de crédito. Los metalúrgicos de la zona oeste denuncian despidos en Imsa, Mecanizada Ituzaingó, Meca Castelar, y amenazas de suspensiones en Ecotermo. En la construcción pasaron 60 mil obreros a “libreta de desempleo”, el crecimiento de la actividad fue casi nulo en agosto respecto del año anterior y se prevé una caída en septiembre.

Ninguna de las fracciones de la burocracia sindical tiene una salida para los trabajadores frente a la crisis. La CGT no habla de salarios porque dice que hay que “defender el empleo”. El Confederal de la CGT resolvió “mandatar al consejo directivo para acuerdos sociales en este sentido”.

Luego de contactos febriles, se descartó la idea de un “pacto social”. En su lugar vinieron las reuniones en Olivos, con la UIA, la asociación de banqueros y hasta con la patronal agraria, para discutir la devaluación monetaria y medidas proteccionistas.

El fracaso de la “unidad obrero patronal”, sin embargo, no puede ser mayor. Los empresarios dijeron que “hasta el verano suspendemos y cortamos extras, mandamos al freezer los proyectos de inversión, después las decisiones serán inevitables” (La Nación, 18/10). Sergio Massa se mostró contento porque “se involucraron en el monitoreo”. Fuera de este palabrerío, nunca una crisis se tradujo tan rápido en despidos y suspensiones.

El gobierno finge proteccionismo preparando un “listado de 21 mil valores referenciales (aduaneros), en especial textiles” contra la competencia extranjera.

En conclusión, la política de la CGT, seguidista del gobierno y su “burguesía nacional”, no depone el salario para defender empleo, sino que agrava una y otra cosa al mismo tiempo. Una política de defensa de los trabajadores ante la crisis empieza por la prohibición de despidos y suspensiones, por el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario, por paritarias que actualicen salarios y por aumento de jubilaciones. Sigue por la inmediata reanudación de las obras públicas paralizadas suspendiendo todo pago de deuda externa; por la formación de comités obreros para reconvertir aquellas industrias que lo requieran, por un plan de industrialización bajo gestión obrera, por el control de cambios y la nacionalización de la banca para volcar el recurso financiero en función de esta política.

Difundamos este programa, impulsemos asambleas ante los primeros síntomas, reclamemos congresos de delegados con mandato de las fábricas. Cada seccional debe “monitorear” la situación y establecer una política colectiva, todos en función de la fábrica atacada: que no pasen los despidos y las suspensiones.