Políticas

6/7/2000|672

Que se abran los libros de las telefónicas

A partir del 9 de noviembre de este año está prevista la desregulación del mercado telefónico y la intervención de nuevas empresas en el servicio de telefonía básica, hasta ahora restringido a Telecom y Telefónica. Diversos medios de comunicación han anunciado que esta desregulación, aunque podría provocar la baja de las tarifas de larga distancia, no afectará la tarifa local –la que es usada generalizadamente por los trabajadores y los consumidores. Afectará, así, con seguridad, al salario y los derechos laborales de los trabajadores telefónicos, ya que las nuevas empresas podrán contratar trabajadores bajo convenios flexibilizados y con salarios inferiores de otros sindicatos (Uocra, Comercio), como ya lo hacen las distintas empresas de telefonía celular, los licenciatarios de locutorios y otras empresas que subcontratan tareas que antes realizaba Entel.


Frente a esta desregulación inminente, Foetra Buenos Aires publicó el domingo 2/7 una solicitada en la cual plantea que “sin lugar a dudas el Parlamento Nacional… es un ámbito privilegiado… para arribar a una propuesta donde la desregulación redunde en mejorar el servicio y rebajar las actuales tarifas” y que “en una democracia existen un sinnúmero de mecanismos de consulta y consenso para que todos los actores sociales puedan enriquecer el debate en pos del bien común”. Pero, ¿se pueden sembrar, acaso, esperanzas en los senadores justicialistas para que la desregulación no atente contra los derechos laborales, cuando fue el gobierno menemista el que por medio de un decreto autorizó a las empresas telefónicas a encuadrarse fuera del convenio telefónico? ¿Es con el consenso entre las patronales y los trabajadores, en el marco del Parlamento que aprobó la flexibilización laboral y la reducción de salarios, como se llegará al ‘bien comun’?


Es llamativo que en una solicitada tan larga, Foetra haya destinado tantas palabras embellecedoras al Parlamento, pero que no reclame a la CTA y a la CGT medidas de lucha contra este nuevo ataque a los trabajadores. La solicitada apareció, justamente, en la misma semana en que se anunciaba que “la cámara de senadores aprobó por unaminidad un proyecto de declaración que respalda al Gobierno en la plena desregulación del mercado de las telecomuncaciones” (Clarín, 6/7) y en que Machinea anunciaba que “se revisará la letra chica de los documentos sobre desregulación” (Ambito Financiero, 6/7). Aunque los senadores, en especial del PJ, reclaman entre otras consideraciones “que se garantice la estabilidad en el empleo”, no dicen nada sobre las condiciones, el convenio y el salario que deben corresponder a esa ‘estabilidad’.


La discusión de “la letra chica de la desregulación” entre parlamentarios del PJ y la Alianza responde a una disputa entre los distintos pulpos capitalistas para apoderarse de la mayor tajada posible de los millonarios beneficios que les reporta el negocio telefónico. Un sindicato puede y debe aprovechar estas fisuras para llevar adelante sus propios objetivos, pero nunca para coincidir con algunos de los intereses en pugna o para embellecer un nido de políticos antiobreros y corruptos como es el Parlamento. Para intervenir en forma adecuada a los intereses de la clase obrera y para combatir la continua confiscación del patrimonio nacional, el sindicato debe fijar sus propios objetivos, anunciarlos al conjunto de los trabajadores y preparar la lucha necesaria para lograrlos. La defensa del convenio 201 para todos los trabajadores telefónicos sólo será viable con la lucha independiente de los trabajadores. Foetra debe preparar la huelga de todo el gremio telefónico para defender el salario y el convenio para todos los trabajadores de telecomunicaciones; debe denunciar las características igualmente confiscatorias de los bolsillos del pueblo, del ‘monopolio ’ como de la ‘desregulación’, e impulsar un gran frente antiimperialista contra el ataque adicional que representa esta nueva variante monopólica que se ha bautizado como ‘desregulación telefónica’.