Políticas

10/7/2014|1322

Que se repartan las horas de trabajo, sin afectar el salario

Industria autopartista

Estamos frente a una ola de despidos y suspensiones en forma ininterrumpida en las autopartistas. A la par del conflicto de Gestamp, asistimos a un recrudecimiento de la situación en Lear y se anunció el cierre de Visteon. Si bien se acaba de conocer la noticia sobre un arreglo, sigue la amenaza de que una parte de sus 240 trabajadores quede en la calle.

Las tres empresas son grandes multinacionales (ver nota), cuyas casas matrices cuentan holgadamente con los recursos para asistir a una filial. Dichas multinacionales se acuerdan de que son un conjunto económico a la hora de sacar el dinero, pero no a la hora de ponerlo.

Las autopartistas plantean una baja de las ventas en 2014, pero esto viene precedido por un aumento excepcional de trabajo en el último semestre de 2013. En dicho período, asistimos a un incremento de extras y a la prolongación de la jornada de trabajo, que se tradujo en una sobreacumulación de stocks antes de la devaluación. Estamos en presencia de un clásico movimiento especulativo. Las patronales se quejan de que las terminales las han forzado a congelar los precios los últimos cuatro meses. Pero, aún así, la remarcación de precios durante 2014 supera con creces el aumento de salarios. El problema no son las remuneraciones, sino la disputa capitalista que existe por el reparto del negocio. En la cadena de producción, las autopartistas son el eslabón intermedio, sometido a la presión y el fuego cruzado de proveedores y clientes. Ambas puntas están dominadas por pulpos como Techint y Siderar, por un lado, y las grandes automotrices, por el otro.

El gobierno K ha llegado al extremo de paralizar las importaciones industriales de insumos para “cuidar” las reservas, pero ha autorizado a Lear la importación de los mismos cables que produce. Está claro que la autorización a Lear tiene una motivación política: quebrar el conflicto que no podría haberse consumado sin la complicidad del gobierno nacional.

Las patronales agrandan la crisis para intentar sacarle subsidios al gobierno, aunque está probado que eso no va a frenar el derrumbe. Los primeros pasos oficiales, con la concesión de préstamos con tasas subsidiadas, no han servido para reanimar la venta. Mientras tanto, la demanda sigue retrocediendo, aún luego de los nuevos aumentos con las paritarias y el comercio con Brasil continúa empantanado.

Frente a este panorama, planteamos:

• Que se abran los libros de las empresas a fines de determinar los costos y evaluar las ganancias acumuladas. Constatar cual ha sido la evolución de los precios y de los salarios, así como el aumento de la productividad durante estos años.

• Revisar, asimismo, cuál es el movimiento con las casas matrices y determinar cuál ha sido el nivel de retiros y aportes, así como el movimiento entre las propias filiales.

• Establecer que las firmas deben abstenerse de despedir y suspender mientras persista este parate.

• Organizar el reparto de las horas de trabajo entre la totalidad de los trabajadores, sin reducir el salario.

• Reclamar al gobierno nacional la apertura de los libros de las automotrices y de los proveedores para evaluar los precios de toda la cadena de producción.

• Exigir la prohibición de giro de utilidades y pago de dividendos durante todo el período de recesión y reducción horaria. También prohibir la importación por parte de una empresa de los productos que están fabricando.

• Establecer el control de los trabajadores mediante un comité obrero independiente electo y responsable ante la asamblea de la fábrica.

Llamamos a impulsar este programa de acción por medio de un plan de lucha y la ocupación de toda empresa que cierre o despida.


Pablo Heller