Políticas

22/6/2000|669

¿Quién votó esta tregua?

Aunque paren la lucha, no habrá "concertación"

Después de la primera movilización contra el proyecto de ‘reforma laboral’, el 24 de febrero pasado, la dirección de la CGT (Moyano) se tomó un tiempo para ver qué pasaba. Confiaba, así lo dijo, en el voto de rechazo que ejercerían los senadores peronistas.


A la hora de la verdad, los senadores peronistas mostraron que tenían los votos suficientes para decidir cualquier cosa, pero votaron a favor del proyecto flexibilizador.


Moyano declaró entonces, a una multitud congregada frente al Congreso, que el peronismo había dejado de representar a los trabajadores. Pero, fuera de esto, llamó a desconcentrar lo más rápido posible.


El gobierno de la Alianza entendió el significado de esos acontecimientos. Lo mostró cuando resolvió una crisis política desatada por el jefe de la Side, Santibáñez, decretando el ‘ajustazo’. Esta vez fueron las dos CGT y la CTA las que lanzaron una manifestación y una huelga. Masivas, una y otra, corren ahora el mismo destino de aquella manifestación de febrero: un largo compás de espera. El mito ahora es arrancar un nuevo plan económico y la reactivación de la economía por medio de la “concertación”.


Otra tregua. Otro espejismo. Mientras tanto se han impuesto el impuestazo, la reforma laboral, la rebaja de sueldos y jubilaciones, y la privatización de la salud. Pero bajo cuerda vienen por más: ya marcha a todo vapor la municipalización de la educación y de la salud, y por lo tanto, la privatización de escuelas y de hospitales y el cierre de varios de éstos. Se viene un brutal ajuste contra las provincias y otro más brutal contra las jubilaciones.


¿Reactivación? ¿Concertación? Las pelotas. Estamos frente a una capitulación.


No puede haber una perspectiva de entendimiento, por las mismas razones por las que no ha habido entendimiento hasta ahora. Porque la crisis capitalista le exige al gobierno apretar el torniquete contra los trabajadores. Los capitales no vienen, se van; la hipoteca no baja, aumenta. El colapso de la política económica no se detiene, se acentúa. Esperar una salida con el acuerdo de las mismas clases sociales y grupos económicos que nos han llevado al actual desastre, es pedir peras al olmo.


La CGT de Moyano acaba de salir de un ‘retiro espiritual’ planteando una recuperación salarial que se produciría vía reactivación económica. Hace solamente un mes, el mismo Moyano explicaba que una reactivación dentro de las actuales relaciones sociales no produciría una mejora para los trabajadores. Que había que cambiar ‘el modelo’, que simplemente propiciar una reactivación dentro de sus condicionamientos agravaría aún más la situación del pueblo.


El ‘retiro’ no ha servido para templar el ‘espíritu’ sino para reblandecerlo. Es que los trabajadores no necesitamos más retiros, después de más de una década de retiradas.


Necesitamos un congreso de delegados de todos los lugares de trabajo para profundizar la lucha, es decir para ir a la huelga general hasta la anulación de los decretos antiobreros de la Alianza.


Necesitamos, no recluirnos, sino una movilización de fuerzas.


Necesitamos, no la consulta con los ‘técnicos’, sino la consulta entre nosotros mismos, para organizarnos, elaborar un programa, estructurar una dirección e ir por lo que nos corresponde.


La burocracia sindical vuelve a enfriar el partido cuando la clase obrera comienza a poner al gobierno y al FMI a la defensiva. Llamamos a los activistas y dirigentes que buscan una salida a sacar las conclusiones.


Que decida un congreso de delegados. No la Iglesia, los técnicos o los explotadores de la Unión Industrial.


Hagan lo que hagan los de arriba, la crisis volverá a estallar de todos modos y a corto plazo, y volverá a mandar a la basura las treguas y las concertaciones.


Hay que seguirla, entonces.