Quiénes apoyaron el golpe criminal del 76
Seguir
El golpe del 24 de marzo de 1976 fue impulsado, en primer lugar, por el imperialismo mundial y la totalidad de la clase capitalista argentina.
Las cancillerías extranjeras, entre las que hay que incluir a las de los regímenes ‘comunistas’ de ese entonces de China y la Unión Soviética, adelantaron a los golpistas que reconocerían el nuevo gobierno y le darían apoyo financiero. Un papel especial le cupo a la CIA norteamericana, cuya ‘estación’ en Buenos Aires le dio a los militares la información y la inteligencia necesarias para proceder a la liquidación de militantes populares.
Todas las cámaras de empresarios, grandes y chicas, extranjeras y nacionales, promovieron el golpe. En febrero de 1976 realizaron un lock-out patronal en todo el país para que los militares pusieran fecha al golpe. El futuro ministro de economía de la dictadura fue ‘cantado’ por un suplemento del semanario The Economist de diciembre de 1975. José Alfredo Martínez de Hoz era un representante del Consejo Empresario Argentino y estaba entre los principales accionistas de Acindar.
Todos los diarios del país apoyaron el golpe, sean de la capital como del interior.
Todos los partidos patronales apoyaron el golpe. Radicales y justicialistas nombraron a más de 500 intendentes de la dictadura. Mientras el gobierno de Isabel asesinaba a militantes populares, el radical Balbin exigía aniquilar a la “guerrilla fabril”.
(Como nota aparte destaquemos que el PC y el PST (morenismo) caracterizaron al golpe como la consecuencia de un vacío de poder y al nuevo gobierno militar como “la dictadura más democrática de América Latina”).
El objetivo estratégico del golpe militar era liquidar el ascenso histórico de los trabajadores que se había iniciado en 1969 con el cordobazo. Las principales fábricas pusieron sus instalaciones al servicio de la tortura y del asesinato.
El golpe del 76 tuvo UN CARACTER DE CLASE. Por eso hoy toda la clase capitalista y la pequeña burguesía arribista (Frepaso) se encuentran unidas con el imperialismo en la defensa de la obediencia debida y del indulto.
Los que implantaron la dictadura siguen siendo la clase dominante del país, que desde 1983 se vale para gobernar de sus representantes civiles. El régimen democrático no ha atenuado sino que ha acentuado la explotación de los trabajadores, por referencia a la dictadura militar. La entrega al imperialismo es también mucho mayor. Los objetivos estratégicos del golpe siguen en pie, no han sido destruidos. El ‘retomo a la democracia’ no ha significado la clausura de ese período de mayor explotación y entrega. Es por eso un descomunal despropósito sostener que esta democracia es la negación del régimen militar.
Para encarcelar a los genocidas y poner fin a las consecuencias sociales y políticas de la dictadura, hay que echar a los Menem, Alfonsín, Cavallo, De la Rúa, Duhalde o Alvarez, y poner en pie un gobierno de trabajadores.