Políticas

17/9/2016

Radio América, la heroica lucha y la licitación


Luego de ocho meses de lucha de los trabajadores de Radio América –que incluyeron una huelga general histórica–, el macrismo decidió retirarle oficialmente la licencia de la emisora a la banda de Sergio Szpolski y sus secuaces.



La resolución del Enacom, difundida en los últimos días, convoca a una licitación pública para mediados de octubre. Con el anuncio, el ente de comunicaciones ha cubierto el flanco de una supuesta resolución adoptada durante julio –y nunca publicada en el Boletín Oficial–, del nombramiento de un “delegado normalizador” al frente de la emisora, cuyo objetivo era “normalizarla” y recuperar las instalaciones de la planta transmisora de Villa Soldati


Esta planta se encontraba ocupada por una patota del “empresario” Mariano Martínez Rojas, de la banda de Szpolski. A pesar de las enormes irregularidades con relación a los requisitos que establece la legislación vigente para la utilización de una frecuencia y del uso de documentación fraudulenta, el Enacom se tomó un largo tiempo de dos meses para recuperar las instalaciones ocupadas por los patovicas de Martínez Rojas.


En todo este tiempo, los esfuerzos del macrismo estuvieron puestos en contrarrestar la reacción de los trabajadores de la radio. Hasta el momento que perdieron el control de la antena transmisora, habían pasado de la huelga general al inicio de una programación realizada por los propios compañeros durante el primer semestre, que incluían coberturas de las luchas populares. Fruto de la excepcional pelea desarrollada, los trabajadores de Radio América transformaron la emisora en un centro de difusión de contenidos propios y definidos por ellos en asamblea. Fue contra esta decisión que se produjo el ataque fascista de la patota de Szpolski-Martinez Rojas, para acallar la voz de los trabajadores.


Durante el largo conflicto, el gobierno se jugó a fondo contra la lucha de los trabajadores de la radio y de Tiempo Argentino. Prueba de ello es que el Ministerio de Trabajo se negó a actuar contra la patronal K pese al vaciamiento que llevó a la pérdida de 800 puestos de trabajo y el no pago de los salarios.


Las audiencias para tratar el conflicto casi no existieron o eran intrascendentes y, durante los ocho largos meses de conflicto, tampoco hubo ningún tipo de subsidio para los trabajadores. Además, la acción de la patota que fue a copar el edificio de América y de Tiempo Argentino contó con la benevolencia policial que dejó hacer al principio y sólo intervino –para escoltarla – cuando los trabajadores decidieron recuperar la sede de la radio y el diario y echar a de la banda szpolskista.


La inacción oficial hay que buscarla en los profundos lazos establecidos por Szpolski y Garfunkel con los servicios de inteligencia “de ayer y de hoy”, que le han permitido a estos “Ciriglianos de los medios” gozar de impunidad a pesar de las tropelías cometidas. Solo de pauta oficial, el kirchnerismo untó a Szpolski con más de 800 millones de pesos.




El propio pliego licitatorio es un encubrimiento a la gestión de Szpolski ya que se entrega la radio al adjudicatario libre de toda deuda: las acreencias salariales de estos ocho meses son perdonadas, dejando a los trabajadores en la necesidad de iniciar juicios incobrables a los vaciadores.


El intento de imponer una derrota a la heroica lucha de los compañeros de la radio se observa también en que en el pliego el Enacom fija dos listados de trabajadores. De un lado, un grupo de 73 y del otro, 47 compañeros que fueron echados en el transcurso de estos meses, pero que fueron reincorporados por decisión ministerial. En este caso, y violando sus propias disposiciones, se los menciona como “ex” trabajadores.


Si bien el pliego habla de un puntaje adicional para los adjudicatarios que absorban más personal, no tiene un carácter obligatorio, por lo que es posible que la licencia sea entregada con una dotación mínima de trabajadores.


Por la defensa de Radio América, el respeto de todos los puestos de trabajo y el reconocimiento de la deuda de los vaciadores con los trabajadores.