Políticas

11/1/2002|737

Remes Lenicov miente: La plata está

Para justificar la confiscación de los depósitos de los pequeños ahorristas, el nuevo ministro de Economía dijo, ante la prensa, que esa plata no existe, porque los préstamos otorgados con ese dinero por los bancos se encuentran invertidos en activos y bienes de las empresas. Como consecuencia de esta situación, si el “corralito” fuera levantado, los bancos quebrarían y los depósitos se esfumarían. “Previsoramente”, la ley de superpoderes para Duhalde, deroga la intangibilidad de los depósitos *ni qué decir que ignora la garantía del Banco Central a los depósitos hasta 30.000 dólares. El artículo 6 de los “superpoderes” habla de “disminuir el impacto producido por la modificación de cambio”, anticipando una confiscación de los ahorros.


Pero Remes miente, porque él sabe mejor que nadie que los bancos podrían obtener préstamos internacionales por el monto de los créditos otorgados a sus clientes, ofreciendo estos créditos en garantía. De la misma manera, podrían obtener el dinero de sus casas matrices. Hay varias formas más de obtener la plata: por ejemplo, que las empresas devuelvan anticipadamente a los bancos esos créditos, reemplazándolos por otros préstamos en el mercado internacional. La única limitación para estas operaciones sería que la industria y el comercio que están endeudados con los bancos, se encontraran en quiebra. Pero, en este caso, la única salida sería estatizar esa industria para hacerla funcionar con dinero público, lo que reactivaría la economía y permitiría devolver los ahorros. Sin embargo, es muy difícil decir que Telefónica, Pérez Companc, Repsol o Techint se encuentran en bancarrota. Si no buscan una salida en el reemplazo de los créditos locales por internacionales, es simplemente porque están especulando con no pagarlos, jodiendo a los ahorristas, o con que el Estado se haga cargo de sus deudas, como ha ocurrido en otras crisis internacionales, como la de Rusia, México o Asia. Es la voracidad capitalista la que se levanta como un obstáculo para la devolución de los ahorros, no una fatalidad económica.


Los anuncios de Remes constituyen, por lejos, una declaración de guerra infinitamente más grave que cualquiera de las medidas que tomara Cavallo.


Ahora se trata de responderle con la misma vara.