Políticas

27/12/2015|1395

Represión y quiebra en Cresta Roja


El martes 22, a la mañana temprano, la Gendarmería desató la primera represión del día sobre el acampe de los trabajadores de Cresta Roja. A pesar de que la protesta se había reducido desde el día anterior a dos carriles, los jefes del operativo le comunicaron a los delegados que debían desalojar y comenzaron a reprimir con camiones hidrantes y a palazos antes de que éstos llegaran a reunir a los trabajadores para comunicarles la instrucción. El jefe del operativo fue claro: “Esto es por orden del Presidente”. La vicepresidenta, Gabriela Michetti, y el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, fueron los encargados de comunicar lo discutido en el gabinete presidencial. Michetti dijo: “Si vuelven a cortar una ruta, vamos a actuar igual”. Es claro que la represión no sólo tuvo por objeto desgastar al colectivo de trabajadores de Cresta Roja, que vienen peleando por sus fuentes de trabajo, sino enviar un mensaje atemorizador a todos los trabajadores que enfrentan el ajuste, la carestía, los techos salariales.


 


 Al mediodía hubo un intento de negociación, realizado por los delegados respaldados por miembros de las organizaciones de izquierda presentes, entre ellos Soledad Sosa, diputada nacional del Partido Obrero, y Guillermo Kane, diputado provincial bonaerense, con un representante del Ministerio de Seguridad. Mientras la reunión terminaba, fijando una reunión a la tarde en el Ministerio de Trabajo, fue detenido un manifestante, Daniel Acosta, cuando iba a cargar agua al aeropuerto, y a los pocos minutos comenzó una nueva represión sobre los trabajadores que acampaban al costado de la ruta, con una intensidad mayor a la de la mañana, tirando decenas y decenas de balas de goma. Los choques fueron intensos y duraron por lo menos media hora. Uno de las dos decenas de trabajadores heridos en la refriega, Guillermo Sánchez, sufrió un infarto poco tiempo después, y está internado grave en una clínica en Monte Grande.


 


Esta represión fue un nuevo intento de quebrar a los trabajadores de Cresta Roja, que vienen rechazando los planteos de la patronal vaciadora (y de eventuales compradores) de reducir personal y salarios. A pesar de enfrentar el fin de año sin cobros de salario (sólo cobraron en diciembre un Repro de 4.000 pesos) y del aislamiento que ha intentado imponer la burocracia de Morán del Sindicato de Alimentación, los trabajadores se han mantenido firmes.


 


A pocas horas de la represión, la movilización de miles de trabajadores congregados por el sindicalismo clasista y la izquierda en Plaza de Mayo por el bono de fin de año, añadió como bandera central la defensa del conflicto de Cresta Roja.