Políticas

24/8/2000|678

Repsol es un caballo de troya de los yanquis

Según Clarín (7/7), la British Petroleum está negociando *desde hace tiempo* la compra de Repsol, de la mano de su asociada yanqui, Amoco. El propio Tony Blair, primer ministro inglés, se comunicó telelefónicamente con Aznar, para negociar este operativo. Los fondos de inversión de EE.UU. tienen un 16% del capital de Repsol y los fondos europeos (sin participación de España) tienen otro 20%.


Esta negociación explicaría dos cosas. Primero, que la última asamblea de accionistas de Repsol haya resuelto elevar del “50 al 75% el voto favorable mínimo de sus accionistas para fusionarse con otra compañía” (ídem).


Segundo, que el reciente preacuerdo entre Sobisch-De la Rúa y Repsol, por el cual se extiende en 10 años la concesión para la explotación de los yacimientos neuquinos de petróleo y gas (denunciado en los números anteriores de Prensa Obrera), tiene como principal objetivo valorizar las acciones de Repsol como antesala de su venta.


Un lector de La Nación (5/7) ha denunciado que “el 66% (del petróleo de Repsol) fue extraído de suelo argentino en yacimientos que fueron de YPF”, lo mismo que el 80% del gas. Lo que lleva a la conclusión “que nuestra YPF, antes de su venta, como productora de hidrocarburos era mucho más importante que Repsol”.


Está claro, entonces, que no estamos ante un “segunda conquista española”, esto porque Repsol (y también Telefónica) actúa como intermediaria de los fondos de inversión anglo-yanquis y como cabeza de sus monopolios petroleros. British Petroleum-Amoco compraron, en 1997, la petrolera Bridas a la ‘familia’ Bulgheroni. “La estrategia de British Petroleum-Amoco habría sido dejar entrar a Repsol ‘para después comerse las dos empresas juntas’…” (Clarín, 7/7).


Sobreprecios


El lector de La Nación llega a una conclusión elemental: “Si por lo menos una mayoría accionaria de YPF hubiera seguido en poder del Estado, el gobierno nacional tendría en sus manos una eficaz herramienta para regular el precio interno de los combustibles”. El ex ministro del Interior menemista Corach, reconoce “el incumplimiento de la alineación del precio de las naftas y gasoil con los valores de exportación (4.500 millones de pesos de sobreprecio pagados por los consumidores argentinos)” (Ambito Financiero, 10/6). Mientras el precio de venta del barril de petróleo en el mercado mundial está por encima de los 30 dólares, los costos de producción “estan bien por debajo de los 10 dólares” (La Nación, 5/7). La diferencia es una super ganancia para los monopolios, que pagan los consumidores.


Esa super ganancia, si fuera retenida por el Estado nacional y las provincias, podría ser invertida en un plan de industrialización de los hidrocarburos.


En el mentado caso del Polo Petroquímico de Bahía Blanca, un economista señaló que estas inversiones “actúan como un enclave” (Río Negro, 9/7), o sea que los beneficios económicos se van al exterior. Repsol participa en forma dominante en todas las empresas del Polo, adonde transfiere el diferencial entre el costo y el precio del petróleo, la materia prima.


Se plantea la expropiación de Repsol y de todos los monopolios petroleros y su puesta en funcionamiento bajo control y dirección de los trabajadores. La super renta que deja este negocio debe servir para llevar adelante un plan de industrialización al servicio de los trabajadores.