Políticas

12/8/1993|398

Rif-Raf

Bajo Menem-Cavallo, la desocupación en Capital y Gran Buenos Aires ha alcanzado, no sólo su registro más alto en la historia argentina, el 9% de la población en condiciones de trabajar, sino también el crecimiento más acelerado de que se tenga memoria. Hace apenas seis meses, la tasa de desocupación era del 7%. Los subocupados —que para los estadígrafos son aquellos que trabajaron alguna vez en la semana— suman otro 10%. Dos millones de trabajadores, uno de cada cinco en condiciones de trabajar, está, entonces, desocupado.


Estas cifras catastróficas no dicen todo, sin embargo, ya que las mediciones no registran la desocupación entre los pobladores de asentamientos transitorios ni registran, tampoco, la desocupación en el interior (históricamente más alta que en la Capital y Gran Buenos Aires).


Para Cavallo, sin embargo, el aumento de la desocupación estaría reflejando, no un aumento del número de trabajadores desempleados sino de los que buscan trabajo como consecuencia –Cavallo dixit– de la “mejora de los salarios reales”. El ministro miente en toda la línea, porque si, de un lado aumentó la cantidad de personas que busca empleo, esto no obedece a la mejora de los salarios sino a su caída, “lo cual genera que los hijos y las mujeres salgan a buscar empleo para completar los ingresos de los jefes de familia y cubrir las necesidades básicas” (Ambito Financiero, 6/8). A su vez, el número de trabajadores empleados disminuyó —y no aumentó como dice el ministro— en términos absolutos. Según un cuadro publicado en Ambito Financiero (6/8), el número de trabajadores empleados cayó de 10.000.900 a 9.925.440 entre octubre del año pasado y mayo de este año. Una pérdida de más de 75.000 empleos, que corresponde a un proceso de expulsión de mano de obra en las industrias textil, petroquímica y siderúrgica. Evidentemente, Cavallo no sólo hace fraude con los votos.


La desocupación ha crecido en forma tan espectacular como consecuencia de la aplicación, también espectacular, de la “flexibilidad laboral” (jornadas más largas, ritmos extenuantes, etc.) que imponen las patronales con el visto bueno de los burócratas sindicales. Precisamente por eso, cuando la desocupación pega un salto brutal y alcanza los mayores niveles de la historia, la UIA predice un incremento del producto industrial del 3,5% para este año sin que hubieran habido inversiones ni mejoras tecnológicas siginificativas. Al mismo tiempo, como el salario continúa cayendo, Cavallo puede mostrar el principal “mérito” de su “plan” a los capitalistas: un aumento fenomenal de la tasa de explotación de los trabajadores.


 


Con la excusa de “aumentar el empleo”, la burguesía y el gobierno han redoblado sus esfuerzos para imponer la “flexibilidad laboral”. En resumen, para la burguesía, el “remedio” al desempleo es un desempleo todavía mayor, que vendría como consecuencia de la flexibilización. El récord histórico del desempleo que han alcanzado Menem-Cavallo sería, entonces, apenas el “piso” para el futuro.