Políticas

7/4/2020

Salida de la cuarentena: la salud popular, rehén del gobierno y del lucro capitalista

La Unión Industrial Argentina se prepara para imponer en la reunión de mañana con el gobierno el regreso a la plena producción. 


La presión patronal viene acompañada del lobby de la burocracia sindical. Héctor Daer, secretario general de la CGT, declaró que “a partir del martes comenzarán las reuniones del Gobierno para evaluar el reinicio de la actividad económica después de la cuarentena obligatoria”. Para eso, están dispuestos a aceptar el formato laboral que resulte necesario, aunque no se garantice ni la ocupación ni el salario. El secretario general de Sindicato de Mecánicos y afines del Transporte Automotor (SMATA), Ricardo Pignanelli, aseguró a las terminales imperialistas que a partir del 14 de abril se trabajará al menos en un turno. Pignanelli piensa en todo: "En la mayoría de las empresas, tenemos los micros que llevan a la gente. Ahí tenemos la ventaja de que la gente no tiene que deambular” (Infogremiales).


La tercera pata del apriete para recomenzar las tareas en las fábricas y comercios es la presión de los gobernadores. En la cabecera está Axel Kicillof, que desde el primer día de la cuarentena comenzó la lucha por su flexibilización.


En contra de la opinión de los especialistas


Todos los infectólogos desaconsejan esa medida, máxime cuando el pico del contagio está previsto para mayo. Así lo ha planteado la doctora Maureen Birmingham, representante de la OMS en la Argentina. El motivo es que es más que probable que la circulación más o menos masiva, que exige la voracidad de las patronales, sea un elemento que catapulte exponencialmente los contagios. No hay que olvidar que Alberto Fernández declaró al comienzo de esta crisis sanitaria que si se hacía todo bien en la Argentina esperaban alrededor de 250.000 contagiados, con una cifra de miles de muertos. A esto el presidente lo calificó como hacer lo necesario para que “duela lo menos posible”.


Fernández en la encrucijada


Las patronales y la burocracia sindical vienen preparando esto desde el minuto cero de la cuarentena. Hoy, Miguel Acevedo, presidente de la UIA, dice que hay que liberar progresivamente a todas las actividades, como por ejemplo la producción de juguetes, porque es un sector en crisis que tiene que prepararse para las ventas del día del niño. La puesta a punto de este reclamo patronal se está abonando con despidos y suspensiones masivas, reducción y pago en cuotas de salarios, precarización de las condiciones de trabajo, incumplimiento de las medidas básicas de seguridad y salubridad en medio de la pandemia. Mientras, reclaman subsidios del Estado y reducción de salarios: Madanes Quintanilla, dueño de Fate y Aluar, una de las fortunas más acaudaladas de la Argentina, declaró que “en abril se van a generalizar los acuerdos (de reducción salarial) porque no va a ser sostenible remunerar el 100%” (Perfil, 5/4). 


En el filo de la cornisa está Alberto Fernández, que se juega su capital político de cara a una eventual apertura del aislamiento. Hasta ahora, “priorizar” la salud, como alardea, por encima de la economía lo fortaleció políticamente. Fernández es consciente de que la apertura de la cuarentena es jugar con fuego, colapsar el sistema de salud vaciado por décadas y terminar en una situación dramática, peor que las que se viven en Italia o España. 


La primera certeza de ello fue la exposición de los jubilados en los cajeros de una banca pública sin condiciones para abastecer a sus necesidades de cobro, ante el desentendimiento de la gran banca privada. El gobierno atraviesa una encrucijada irresoluble bajo los dictámenes del capital. Algunos medios dicen que en el ámbito de la presidencia se sostiene que solo se agregarían actividades esenciales (y ya van…), se dispondría el uso de barbijo obligatorio, pero ni el transporte público ni los comercios o supermercados volverían a funcionar con normalidad. “El principal indicio de la continuidad del aislamiento, maquillado, es que no volverán las clases” (Ámbito, 5/4).


Sin embargo, la situación de los trabajadores empeoró en lo que va de cuarentena, y las condiciones estructurales del país también. En el ferrocarril Roca, los trabajadores denuncian que Trenes Argentinos distribuyó alcohol en gel vencido desde el 2009. 


Solo la clase obrera puede resolver la doble crisis sanitaria y económica


La rendición de Alberto Fernández a las presiones patronales es solo una cuestión de tiempo, porque esos son los intereses sociales que defiende su gobierno.


Los trabajadores debemos tomar la lucha por la defensa de la salud y de las condiciones de vida, trabajo y salarios en nuestras manos, formar comités de seguridad e higiene en todas las fábricas y reparticiones, y comisiones de trabajadores que depongan a delegados y burócratas que den la espalda a los reclamos obreros. La clase obrera debe darse un programa para salir de esta crisis mediante el no pago del endeudamiento externo, el impuesto a las grandes fortunas, la eliminación de todo subsidio al capital y la concentración de los recursos para producir en condiciones de seguridad sólo lo esencial para la defensa de la salud, la prohibición de despidos y suspensiones, garantía estatal de pago integral de salarios actualizado por costo de vida, $30.000 para todos los trabajadores y trabajadoras informales y desocupados, intangibilidad de los fondos del Anses, aumento de emergencia a jubilados y planes sociales y centralización del sistema de salud.