Políticas

22/5/1997|540

Salta – Tartagal: La lucha no concluyó

Luego de 7 días, la movilización popular que envolvió a todo el departamento de San Martín fue levantada en base a un acuerdo que satisface una parte del pliego de 36 puntos reclamado por la pueblada.


La rebelión siguió un proceso ascendente hasta el lunes 12. Los cortes se extendían en todo el departamento (unos 100 piquetes que controlaban todos los accesos); comenzaban las acciones solidarias en otros departamentos; se fortalecía la organización de los piqueteros para enfrentar cualquier ofensiva represiva; la Asamblea Popular había quedado instalada definitivamente como la instancia soberana; se había establecido una comisión representativa (la Comisión de Vecinos), que actuaba por mandato de la Asamblea Popular. El gobierno provincial había fracasado en sus diversas maniobras; el gobierno nacional y el juez federal no se animaban a lanzar la gendarmería.


Martes 13


El lunes 12, a la noche, se anunció que el gobierno enviaría al día siguiente a dos ministros para discutir con la Comisión de Vecinos todo el petitorio. Como garante iba a participar el obispo de Orán y se iba a hacer presente el Juez Federal. La reunión comenzó a las 11.30 en las instalaciones de la Tecpetrol, sin la presencia de los medios. Alrededor de las 18, cuando ya cundía la impaciencia, un grupo de piqueteros anunció que los ministros no querían conceder los reclamos, que no había que dejarlos salir y que había que rodear las instalaciones donde se realizaba la reunión. Grupos de piqueteros se subieron a los árboles y algunos ya comenzaban a saltar los alambrados. La consigna era bloquear el helicóptero en el que habían llegado los funcionarios.


Esta acción obligó a Marcelo Gerez, quien siempre actuó como vocero de la Comisión, a prometer que en una hora se firmaba el acuerdo. A las 19, la Comisión Vecinal convocó a Asamblea Popular. Ante más de 10.000 personas impacientes, Gerez dio el informe sobre las distintas soluciones ofrecidas a los 36 puntos. Muchas de estas soluciones despertaron el repudio (como los puestos laborales del ‘Plan Trabajar’); otros despertaron aplausos (los 1.000 subsidios de desempleo o los 1.400 puestos en la petrolera); en otros casos, interrogantes. Gerez informó también que el gobierno exigía que se levantara el corte, lo que generó voces de repudio. Inmediatamente, hizo uso de la palabra Nieva, de la Comisión de Desocupados, para señalar que la promesa de 1.400 puestos laborales de las petroleras privadas era sólo una versión, lo cual provocó el rechazo de la oferta del gobierno al grito de “el pueblo no se va”. Cuando Gerez bajó de la tarima, un grupo de piqueteros intentó agredirlo porque quería entregar la lucha. Se generan momentos de confusión. La comisión volvió a la Tecpetrol, en la que había quedado el obispo (los ministros y el juez habían salido en helicóptero a Tartagal, a esperar la respuesta de la Asamblea Popular).


El obispo y las patronales


A partir de este momento, se desató la ofensiva que conducirá al levantamiento del corte. El obispo reprendió a los miembros de la Comisión, dijo que la gendarmería estaba por avanzar y que iba a comunicarse con el gobierno nacional para que mejore la propuesta, atacando el funcionamiento de la Asamblea Popular. Con anterioridad, los curas locales habían armado una procesión, que se llevó fuera de los cortes, a una misa en la plaza de Mosconi, a unas 500 personas. Una de las radios de Tartagal da un giro de 180 grados y plantea que el 70% del petitorio está resuelto y que hay que salir a festejar el triunfo (los dueños de la radio son unos ricachones que lograron que el gobierno les resolviera su endeudamiento).


El Centro Empresario, a partir de la iniciativa del sector maderero, también promueve el levantamiento del corte y autoconvoca a los empresarios; simultáneamente, anuncia que no van a contribuir más con víveres al sostenimiento del corte. La ofensiva de esta radio, de gran influencia, aumenta la confusión. La otra FM (de Mosconi), lanza en forma menos descarada un ataque contra Nieva y Perico Raineri, llamando a que sean destituidos, a pesar de que los periodistas de esa radio informaban desde el corte, que eran los únicos delegados con los que la gente estaba conforme. En el corte se producen momentos de gran confusión.


Gerez logra en el corte principal que un sector de piqueteros levanten hasta el día viernes. Eso dura media hora, porque otros grupos de piqueteros deliberan y deciden reestablecer el corte, visto que ninguna asamblea había decidido levantar la lucha. En la zona donde estaban los equipos de audio se produce una situación de vacío, pues Gerez desaparece, otros miembros de la Comisión se esconden y es Nieva quien retoma la conducción, junto con otro dirigente de la comisión de desocupados, y Perico Raineri, quienes arengan a la multitud para mantener la unidad y fortalecer el corte (esa noche, los piqueteros fueron miles), pues se temía que con la confusión creada la gendarmería se lanzara a reprimir. Cuando se restablece el clima combativo, reaparece Gerez y demagógicamente plantea expulsar a los traidores, haciendo referencia a uno de los delegados empresarios.


El aislamiento


La masa de la población, sin embargo, iba arribando a la conclusión de que el petitorio no sería satisfecho en su totalidad, y que lo fundamental era mejorar la situación desocupacional, tanto en el monto como en la cantidad de puestos laborales. La lucha no lograba extenderse en forma consistente a otros departamentos (la dirección del Sindicato Docente había respondido al reclamo de un paro provincial con un telegrama de solidaridad), muchos miembros de la dirección actuaban en forma vacilante y, en algunos casos, promoviendo el divisionismo.


Este clima lo captó perfectamente el obispo, que esa noche se reunió separadamente con los distintos líderes de los piqueteros, a los que fue convenciendo para que levantaran el corte. Se valió de nuevas promesas, de 1.000 puestos laborales más y de un aumento en el monto de los salarios y en el subsidio de 200 a 220 pesos.


A partir de esto, los representantes de los piqueteros llamaron a la mañana del miércoles 14 a una Asamblea Popular, en la que se resolvió levantar el corte, con un sabor de triunfo y un enorme cansancio de los que habían participado activamente en la lucha.


Primeras conclusiones


A partir del levantamiento se inicia otro capítulo (ver aparte). Pero hasta aquí, ya se pueden sacar conclusiones de orden más general. Por un lado, los cortes de rutas y los piquetes autodefensivos han demostrado una gran contundencia, porque paralizan la circulación de mercancías y personas. Por otro lado, las Asambleas Populares como organización de soberanía popular (durante 7 días, las intendencias y sus concejos dejaron de existir). En la Asamblea Popular participaba todo el mundo y cada uno podía hablar en nombre propio; sin embargo, la Comisión de Vecinos estaba integrada por un delegado por sector (incluso hubo sectores vitales como la juventud o los piqueteros de Pocitos o Cornejo que no tuvieron delegados, o sea que era multisectorial, en la que los desocupados, obreros, y trabajadores tenían cada uno un delegado, al igual que los sectores empresarios con sus diferentes cámaras, lo cual les daba una representación desproporcionada).


La Comisión reflejó, entonces, la política de los partidos patronales. En el caso de Gerez y otros, en todo momento procuraron que la lucha quedara aislada, se opusieron a centralizar a los delegados de los demás cortes y a integrar a delegados de algunos de los sectores más consistentes y representativos de la lucha, como fue el caso de la juventud; hicieron macartismo contra los sectores más combativos y contra los militantes del PO; incluso, en algún momento, intentaron la provocación; le dieron manija a la mediación del clero, y siempre se declararon ‘neutrales’ ante las ofertas del gobierno.


En definitiva, el accionar de Gerez se encuadró dentro de los cánones de la política del Frepaso, de la UCR, de algún sector del PJ disidente e incluso del propio Partido Renovador (cuyo intendente, en Gral. Mosconi, le dio manija a la pueblada). Pero (al igual que Gerez) ninguno de estos partidos movió un dedo en las otras ciudades para extender el conflicto, cuando cuentan con influencia para haber generado acciones en ese sentido.


La emergencia de las puebladas, y el funcionamiento de las Asambleas Populares, no cancela la lucha política, sino que la exacerba. En este tipo de lucha de clases se pone en juego la capacidad de los explotados (y ello depende de que actúen con una política propia) para imponer sus intereses.


En todo el proceso de lucha se diferenció un bloque combativo, que se esforzó por darle un carácter consecuente a la movilización, que defendió el funcionamiento de la Asamblea Popular, que intentó que los delegados fueran electos pero también revocables. Merced a la orientación de este bloque se extendió el corte y se resolvió el paro por tiempo indefinido de la docencia, que se fue extendiendo a los otros sectores de trabajadores. La lucha por defender lo conquistado por la pueblada está en manos de este sector; para ello es imprescindible discutir un balance, para no dejarnos robar en un escritorio lo que se logró con la lucha de todo un pueblo explotado.