Políticas

28/8/2003|815

Salta y Buenos Aires

Con el 10% de los votos en toda la provincia, 12% en relación a los distritos en que nos presentamos, 15% en la ciudad capital y en Tartagal y Mosconi, nuestro Partido Obrero se transformó en el segundo partido de la provincia. El 35% que sacó la Unión por Salta tiene que dividirse entre el Partido Renovador, la Ucr, Recrear, la Pastoral Social y el Ari oficial. El centroizquierda no pudo entrar en la Constituyente trucha que convocó Romero debido a que no llegó al 5% de los votos.


El cotejo de lo ocurrido en Salta con los resultados en la ciudad de Buenos Aires pone de manifiesto algunas afinidades que habrá que seguir observando como expresión de una tendencia política. Es que en la Capital, si se considera en forma independiente a las diferentes fuerzas políticas que apoyaron a Macri y a Ibarra, se obtiene que la Fuerza Porteña, encabezada por Lozano y expresión oficial del gobierno porteño, apenas obtuvo el 13,02% de los sufragios y que el segundo lugar fue para Zamora, con el 12,54%; Zamora no quedó primero por la mínima diferencia de 23.000 votos. 

El partido de Bonasso salió octavo, por lo que metió un diputado raspando. Es claro que la “onda K” no sirvió para inflar a la pequeña burguesía setentista de centroizquierda, y no solamente esto sino que fue derrotada por un “trotskista”, como la prensa califica a Zamora.


Para sumar el insulto a la ofensa, Giorno se llevó el 10% de los votos en su lista pro-Ibarra, con lo cual 175.000 votos de características derechistas le permitieron al intendente llegar a su 35% final, en claro detrimento de sus rastreros de centroizquierda.


Tenemos diseñado, en estas dos elecciones, un fenómeno agudo que ningún medio de prensa intentó siquiera describir: que en estos dos distritos tuvo lugar la mayor radicalización político-electoral de la historia argentina.