Políticas

23/3/2017|1451

Sangran por la herida

Respuesta a “Clarín”


En su columna “La Tronera”, publicada el martes 21 en Clarín, el periodista Alberto Amato se indigna porque calificamos de “dominguero” al tardío paro del 6 de abril convocado por la CGT. Nos acusa de lo que nos enorgullecemos, tomar un término de los ’60 y ’70, cuando el clasismo del Cordobazo acusaba de materos a los paros de la burocracia peronista de la época. Algo que acaba de reivindicar el triunviro Carlos Acuña cuando dijo que el paro era “para quedarse en casa tomando mate”. También explicó que la medida “no es contra nadie, es un desahogo”. 


 


Ocurre que la burocracia tuvo que ponerle fecha al paro al cabo de la rebelión de 200 mil trabajadores que la puso en fuga del palco el pasado 7 de marzo. Estiraron el paro matero hasta abril para desprenderlo de la estratégica huelga docente que reclama una inmediata medida de conjunto. El paro-desahogo es para desinflar las luchas contra el ajuste, como la heroica ocupación de los gráficos de AGR Clarín, que lleva 65 días e ignora el periodista, a pesar de tener tan cerca a los compañeros de la misma patronal a la que ha copiado el libreto. Es para desinflar General Motors, la movilización de Baradero, el paro de la CGT San Lorenzo y siguen las firmas.


 


Amato, como Macri y su cría ajustadora, teme a los paros activos. Fueron paros de ese tipo los que produjeron giros históricos. El 17 de octubre de 1945, abriendo un nuevo período histórico; el Cordobazo, que puso fin a otra dictadura, la de Onganía o la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre de 2001 que puso en fuga a Cavallo y De la Rúa. Justamente, la burocracia “triunvira” evitó otra fecha emblemática: la del 30 de marzo, de 1982, si se tiene en cuenta que en ese día otro paro activo reprimido por los militares de la dictadura, precedió a la caída del gobierno genocida. Esta burocracia agotada y entregada, usó esa fecha el año pasado para “parlamentarizar” el reclamo contra los despidos, pero cuando la ley que salió fue vetada por Macri ni siquiera amagó un paro dominguero, que volvió a convocar sin fecha en la primavera pasada, para no hacerlo nunca. Hasta que centenares de miles de gargantas se lo impusieron, so pena de que empezara directamente por abajo.


 


Amato ironiza con que pretendemos enseñar al peronismo y a la burocracia sindical cómo hacer un paro, pero se equivoca, no aprenden más. Son una casta frenadora, empresarial, de barras bravas, asentada en el Estado, socia de las patronales y sus chanchuyos, enemiga de las bases y la democracia sindical. Es el peronismo sindical heredero de las Tres A, de Menem, de Duhalde y su puente Pueyrredón. 


 


Amato apela a la estafa para confundir ante el ascenso del PO y la izquierda clasista. Nos emparenta con el PC de la Unión Democrática del 1945 “que la vio pasar desde el puente”, pero el PO nació como antípoda histórica de esa izquierda gorila que hoy -y desde hace tiempo- está asimilada al peronismo y más recientemente al kirchnerismo. También con el guerrillerismo montonero que se subordinó a Perón, al cual el PO refutó políticamente en tiempo real. Le duele a los Amato una izquierda que no es furgón de cola de las variantes del sistema que hundieron a la Argentina. Esta izquierda que está basada en la independencia política de los Massa, los Pichetto, del kirchnerismo y de Cambiemos, es decir en la independencia política de los explotados de sus explotadores. Les duele que esté conquistando sindicatos, cuerpos de delegados, centros de estudiantes y crecientes posiciones políticas y parlamentarias.


 


La CGT es la AFA, Amato. Nos acusás de nostálgicos, pero perdiste el tren de la historia. Lucharemos por un paro activo nacional que ponga un millón de trabajadores en la calle para derrotar el ajuste, por un salario equivalente a la canasta familiar, por el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario, para poner fin a los despidos, por la estatización y puesta bajo control obrero de toda fábrica que cierre, por el 82% móvil basado en la vuelta de los aportes patronales que Menem regaló al capital. 


Por ahora, sólo por eso, Amato.