Políticas

23/8/2007|1006

Santa Cruz es el fracaso social y político del kirchnerismo

Los sucesos de Santa Cruz marcan un principio del fin del régimen en la provincia donde tuvo lugar la génesis y maduración de la camarilla kirchnerista. El gobernador Peralta, o sea el matrimonio presidencial, se ha visto obligado a echar lastre ante la perspectiva de una nueva rebelión popular. En estas condiciones defensivas ha pactado una tregua provisoria hasta el desenlace de las elecciones de octubre. El oficialismo se encuentra forzado por los acontecimientos a participar de esas elecciones con un candidato muleto (el gobernador designado), mientras algunas figuras de su gabinete guardan reposo en la cárcel. Se ha establecido, hasta cierto punto, un co-gobierno, patrocinado por el obispado, del que participan los partidos que integran una flamante multisectorial, incluidos la burocracia de los sindicatos, el MST y el PCR. El Partido Obrero apoyó los reclamos sociales de la movilización popular del pasado martes, donde se exige la suspensión de la extensión de la concesión petrolera de Cerro Dragón, pero ha rechazado cualquier forma de coalición (electoral o de hecho) con los partidos patronales. El elenco de los Costa (UCR), Arnold y Acevedo (ex Frente para la Victoria) ha sido responsable del armado del Estado kirchnerista santacruceño y no pretende destruirlo sino arribar a una suerte de compromiso. Defiende la privatización del banco provincial, sigue defendiendo, con retoques, la privatización petrolera iniciada hace más de una década, y apoya decididamente la entrega de los recursos mineros. Después de todo, la burguesía ‘local’ está formada por proveedores y contratistas de todos estos pulpos. En estas circunstancias, nuestro partido subraya la tendencia al compromiso y al arreglo de la oposición patronal con el oficialismo, por sobre todo para asegurarse un nuevo reparto de los negocios. Es necesario empeñar todo el esfuerzo en separar políticamente a las bases sindicales y obreras, que han sido las exclusivas protagonistas de la rebelión popular, de los que han arribado a la crisis a último momento.


Cambia, todo cambia


Los golpes recibidos por el oficialismo en su ‘reducto’ también alteran las condiciones de la sucesión política. Si la candidata designada resultara electa, no podría gobernar con los métodos y la organización actuales, pues por lo menos estaría obligada a desembarazarse de una parte de la camarilla. Lo de Santa Cruz tiene lugar luego de una seguidilla de verdaderos desastres políticos —desde los ‘affaires’ de corrupción hasta la crisis en que objetivamente ha entrado la relación con el chavismo. No solamente se trata del ‘valijazo’ (que puso de manifiesto una relación de camarilla y de ningún modo una estrategia de unidad e integración) sino incluso de la posibilidad, por parte de Venezuela, de seguir oficiando de intermediario entre la deuda externa de Argentina y los acreedores de Wall Street. Ya hay gestiones para arreglar el diferendo con el Club de París, lo cual apunta claramente a ‘normalizar’ las relaciones con el capital financiero internacional. ¿De qué otro modo podría Kirchner proseguir con la tentativa de ‘argentinizar’ a Repsol, que requeriría un financiamiento de la gran banca de inversión internacional, en el cual ya se anotó el Citibank? Asimismo, la tentativa de Chávez de establecer un régimen de poder personal en Venezuela (que procura ser una salida precaria a los antagonismos cada vez mayores del proceso bolivariano) afectará las relaciones de conjunto con el Mercosur (esto puede ser funcional al grupo Techint, al que Chávez acaba de asegurar la siderúrgica Sidor, que está empeñado en prohibir importaciones de China y de…Brasil —y de compras de empresas por parte de los brasileños). El estallido de la crisis financiera internacional modifica, por otra parte, las tendencias del proceso económico y le quita al oficialismo los márgenes de maniobra con los que había operado hasta el momento. Las luchas populares, como lo ha vuelto a probar la rebelión santacruceña, han sido un factor poderoso a la hora de resistir la ‘reconstrucción de la burguesía nacional’ a costa del pueblo.


Concertación recontra-plural


Esta crisis de ‘gobernabilidad’ se manifiesta en un hecho sorprendente: la ‘sciolidependencia’. ¿Quién hubiera imaginado a la pareja de pingüinos completamente a merced de la candidatura de Daniel Scioli y del aparato duhaldista bonaerense? El ex motonauta ya demostró que no tiene un pelo de zonzo y empezó a condicionar la lista de candidatos a diputados y la digitación de su futuro gabinete. Si se tienen en cuenta los vínculos de Scioli con la derecha y por sobre todo con los grandes capitales, podría presentarse el escenario de que terminemos con una presidenta que no sea reina ni tampoco gobierne.


Asistimos entonces a un cambio obligado de régimen en el marco, sin embargo, de una sucesión presidencial. Esta es la contradicción que pretende explotar Carrió al ir a la caza de una alianza con Macri (mientras dice que un pacto con Macri sería inmoral), por intermedio de López Murphy. Se trata, por supuesto, de un frente derechista recalcitrante que se ampara en la defensa de las instituciones y de la república —dos contraseñas de las que se han servido todos los agentes del capital extranjero desde el fin del Virreinato para rematar al país al peor postor. Oponen al régimen de camarillas personales del llamado ‘populismo’ el régimen de los ‘lobbystas’ empresariales y capitalistas, que cuando les conviene se transforman en liberales para manejar a su antojo a las famosas instituciones republicanas y a sus diputados y senadores. La pasionaria de la redistribución de los ingresos no tuvo empacho en juntarse con pro-hombres del Citibank, como Prat Gay y Lacoste, o con la abanderada del grupo ‘sushi’, Patricia Bullrich. Carrió ha emergido como una cruzada de la oligarquía, cuyos reclamos apoya a capa y espada, y de las operaciones norteamericanas y sionistas contra Venezuela. Cuenta, por eso con la bendición, o mejor, la instigación, del obispo Bergoglio y del rabino Bergman. Los sionistas le dicen que sí a la candidata, pero ponen todos los huevos con Carrió y López Murphy.


La cuestión es, por supuesto, si logrará reclutar para esta empresa al partido socialista y a Binner, con los cuales ya está aliada en Santa Fe. Binner no esconde que su intención es ‘construir consensos’ y ‘dejar de lado diferencias’, y que en todo caso sólo se va a pronunciar luego de las elecciones en su provincia, el próximo domingo 2. La mesa está tendida para que el jefe del PS, Giustiniani, vaya como candidato a vice, pero la incógnita es si la comida que pretende servir Carrió no es demasiado indigesta. Entre el radicalismo y el ARI ya han surgido varios ‘catadores’. El magnetismo de ocupar el primer lugar de la oposición en este cuadro de crisis del oficialismo, podría llevar a muchos centroizquierdistas a aceptar una coalición, si no cívica, al menos con todos los colores del arcoiris.


¡Pero ni la derecha ni el gobierno apuestan a una sola carta! El Congreso acaba de sancionar el pacto entre Kirchner y Macri, sobre la transferencia de la policía, que obviamente no transfiere nada pero que sirve como pretexto para una tregua indefinida entre ambos. Mientras tanto Telerman recorta gastos sociales en la Ciudad para evitarle a Macri una parte del trabajo sucio contra los trabajadores. Mientras conspiran unos contra otros, los ‘setentistas’ y los ‘noventistas’ no se olvidan de juntarse para conspirar juntos contra los trabajadores.


La crisis política es una oportunidad


Los trabajadores observan esta nueva situación con sentimientos contradictorios. Rechazan el bloque derechista pero no logran entender cómo el gobierno de la demagogia nacional y popular ha caído en esta crisis política y en una disgregación. Ven con toda claridad que la inflación se come los salarios y que el régimen de trabajo es más infernal que nunca, o que las jubilaciones caen al mínimo, el cual no alcanza a la canasta de la pobreza. También ven que el gobierno tiende a arreglar con el imperialismo los diferendos que quedaron pendientes desde la crisis.


Lo que nosotros nos proponemos esclarecer es que esta sucesión cada vez más vacía de contenido no vacila en convertirse en arma de represión contra las luchas y en factor de desprestigio y de desmoralización, por sus apetitos de camarillas. Para construir una salida popular es necesario apartarse del callejón sin salida de la sucesión oficialista que apoyan ex ‘antiimperialistas’ y ex ‘progresistas’ o ‘izquierdistas’. La crisis que ha abierto el fracaso del kirchnerismo es una gran oportunidad porque obliga a todas las clases sociales y a todos los partidos a replantearse sus políticas y a exponerlas delante del pueblo. Estamos empeñados en aprovechar la deliberación política que abre esta crisis para avanzar, mediante la propaganda, el debate, la organización y la lucha, en desarrollar una alternativa obrera y socialista.