Políticas

14/4/1994|416

Santiago del Estero: El menemismo, sólo un 30%

El triunfo del PJ, con un 48,6% de los votos, está siendo presentado por el menemismo como una prueba de que el santiagueñazo fue una reacción popular al desgobierno provincial y no contra el gobierno nacional. Esta interesada interpretación es naturalmente engañosa. Si se tiene en cuenta que la abstención fue superior al 40% del padrón electoral, los votos del PJ sólo representan el 30% de la ciudadanía, y este porcentaje es todavía mucho más bajo en la capital o La Banda, que fueron los dos centros urbanos donde se concentró la experiencia del santiagueñazo.


La Intervención, como director de orquesta de la campaña justicialista, logró impedir que la fracción de Juárez se presentara a las elecciones, factor que en octubre dividió el voto del PJ, permitiendo el triunfo de Zavalía. Contabilizadas las últimas 4 elecciones (87, 89, 91, 93), ésta ha sido la de menor caudal, a pesar de que la Intervención, ha invertido ya alrededor de 200 millones de dólares, que fueron destinados a satisfacer muchos de los reclamos del santiagueñazo. Otro factor que contribuyó a la victoria justicialista fue el derrumbe de Zavalía (perdió 32.000 votos), quien se quemó durante el santiagueñazo por ser uno de los impulsores del pacto de Olivos y de la salida que condujo a la intervención de la provincia. No se debe olvidar que el crecimiento de la UCR con Zavalía, e incluso el triunfo en octubre, lo logró a caballo de un discurso casi insurreccional contra el menemismo. El intento de Zavalía de desmarcarse del pacto de Olivos a último momento y de volver a darle manija a la protesta popular no le sirvió de nada.


El otro factor que ayudó a la intervención ha sido la política de vaciamiento del proceso de lucha por parte de la burocracia del Frente de Gremios en Lucha


El “Frente” transformó la idea de la coordinación en un ritual, donde el 16 de cada mes se convoca a una movilización de recordación del santiagueñazo, mientras entre cada 16 se desenvuelven numerosos conflictos, como el de los municipales de La Banda, el conflicto en los hospitales, etc., condenados al más completo aislamiento.


En gran medida, esta política es patrimonio también del movimiento “Memoria y Participación” que intervino en las elecciones llamando a votar en blanco y desarrollando un discurso pleno de impotencia política, como por ejemplo “no hay nada que hacer, el pacto de Olivos ya tiene todo cerrado,”  etc.


Un comentario merece la intervención del FIS, que obtuvo el 1% de los votos. Salvo en la coordinación de un acto, no hubo ninguna actividad frentista, y en algunos casos, hubo un sabotaje deliberado a un trabajo unitario por parte del Mas, en nombre de supuestas diferencias con el candidato del Mst. El segundo aspecto a destacar fue el impresionismo del Mst, que creyó que con un candidato conocido y un buen respaldo económico estaban resueltos el grueso de los problemas, y así se ilusionaron con votaciones monstruosas que fueron desmentidas por la realidad. Otro aspecto que es necesario destacar fue la desvinculación de la campaña electoral del FIS con la lucha de clases; así se llegó a justificar el desinfle de la coordinadora de base que desde Recursos Hídricos se estaba impulsando en nombre de los compromisos de la campaña electoral.


La conclusión del 10 de abril es que la crisis abierta con el santiagueñazo no se ha cerrado, expresión de ello son las versiones de que la Intervención se extendería hasta el 95, lo cual está señalando que Schiaretti intentará llevar adelante la política que Mujica y Lobo dejaron irresuelta, que es la aplicación de la “ley ómnibus”, lo cual volverá a colocar en tensión a las masas laboriosas y la necesidad de que la vanguardia de los luchadores esté armada de una política revolucionaria.