Políticas

15/4/1999|622

Se esta formando un frente devaluacionista

En marzo, la producción industrial cayó por octavo mes consecutivo. En algunas ramas, la caída de la producción es catastrófica: 50% en la automotriz; 40% en la metalúrgica. Para peor, la mayoría de los analistas estima que la recesión durará hasta fin de año e, incluso, hasta principios del año próximo.


El gobierno culpa al Brasil… pero la crisis no empezó con Brasil. Las exportaciones argentinas perdieron terreno en todo el mundo, especialmente en Europa y Asia. En cuanto al mercado interno, la recesión empezó tres meses antes de la devaluación brasileña. La caída de la producción en ramas que dependen enteramente del mercado interno —como la construcción o el pequeño comercio— supera el 30%.


Al mismo tiempo, golpea la deflación. Los precios internacionales de los productos alimenticios (el 80% de las exportaciones argentinas) cayeron un 20% en el último año y se encuentran en los niveles más bajos desde 1980. En el mercado interno, “los precios mayoristas retrocedieron 6.5% en los últimos doce meses, lo que de acuerdo a los datos de The Economist sería la mayor tasa de deflación mundial” (La Nación, 14/3).


La combinación de menores ventas y menores precios ha provocado un derrumbe de los beneficios. “Las ganancias de las 29 principales empresas que cotizan en la Bolsa cayeron, en el último trimestre del 98, un 48% respecto de las registradas en 1997” (La Nación, 13/3). Las de algunos grupos —como Sevel, Molinos, Astra o Renault— se redujeron más del 75%. Son varios los que, como Alpargatas, están al borde de la quiebra.


Este cuadro explica la violenta fractura de la burguesía que se manifiesta en el ‘paro agropecuario’, en la amenaza de la UIA de abandonar el ‘Grupo de los 8’ por su enfrentamiento con los banqueros; en el desplazamiento del menemista y ‘liberal’ Alvarez Gaiani por el duhaldista e ‘industrialista’ Rial en la conducción de la UIA y en la amenaza de la cámara de la alimentación —motorizada por Cargill y Coca Cola— de retirarse de la UIA si ésta decide seguir una política ‘proteccionista’.


¿Salidas?


¿Qué salida le ve la burguesía a la crisis? A coro, todos los sectores reclaman la reducción de los salarios, la liquidación de las indemnizaciones, la más brutal flexibilización y la reducción del gasto público (educación, salud y jubilaciones). Pero, además, el gran capital industrial y agropecuario reclama la rebaja y/o eliminación de impuestos y el otorgamiento de subsidios. Peor aún sin esto, distintas estimaciones indican que el déficit fiscal llegará a 6.000 millones de dólares (un aumento del 50% respecto del año pasado) (Clarín, 11/4) e, incluso hasta los 9.000 millones (un aumento del 125%) (BAE, 6/4).


Los subsidios que reclaman la UIA y la Sociedad Rural podrían provocar un colapso fiscal y de la deuda pública. Sólo considerando la deuda externa, el pago de los servicios insume actualmente el 76% del monto de las exportaciones; el total de la deuda externa equivale al 43% del PBI. Por eso un hombre de los banqueros como Alemann se opone frontalmente a cualquier rebaja de impuestos.


Estas cifras explican las crecientes dificultades que enfrenta el gobierno para colocar deuda. Las condiciones de endeudamiento han empeorado también para las empresas privadas, cuya deuda externa conjunta supera los 21.000 millones de dólares. Se registra “un claro deterioro de la financiación del sector privado en el primer trimestre” (BAE, 1/4).


La UIA, además, desató “una guerra con los bancos”, al presentar un proyecto para que se rebajen los encajes bancarios y se penalice a las entidades que no presten sus excedentes a las actividades productivas (Clarín, 12/3). La respuesta de los banqueros fue que “no tiene sentido bajar los encajes porque igual los bancos no van a prestar” (Eduardo Escasany, del Galicia).


Los bancos, dicen los analistas, tienen una capacidad prestable excedente de alrededor de 4.000 millones de dólares, que no utilizan porque temen que sus deudores no puedan pagar. Pero este excedente no tiene en cuenta el aumento de los préstamos incobrables, las quiebras y el libramiento de cheques sin fondo. La quiebra del Banco de Mendoza es la expresión de una tendencia más general. El banco de inversiones Morgan Stanley pronostica que los bancos argentinos “sufrirán en todo el 99 un empeoramiento de sus carteras de crédito y un aumento de los incobrables” (BAE, 5/4).


Disparen contra la convertibilidad


La crisis mundial está descargando golpes demoledores sobre la Argentina. Como el dólar se ha revaluado frente a la mayoría de las monedas, el peso se encuentra internacionalmente sobrevaluado. Esto explica que, por primera vez, sectores decisivos de la burguesía comiencen a cuestionar abiertamente la ‘convertibilidad’.


Los propulsores del ‘paro rural’ son partidarios de una salida devaluatoria (ver Coninagro en Página 12, 11/4). No están solos. Adolfo Sturzenegger, un hombre del ‘establishment’, reconoce que “el problema se origina en un fuerte debilitamiento de nuestra competitividad, o sea que es un problema de precios relativos” (es decir, del ‘precio’ del peso frente a las demás monedas). En estas condiciones, concluye, “la convertibilidad es hoy un problema” (El Cronista, 22/3). En la UIA, informa Clarín (24/3), se ha comenzado a debatir “la salida de la convertibilidad”. El propio gobierno ha debido reconocer ‘la demanda del mercado’ y ha emitido nuevos títulos en dólares que serán cambiados por los títulos en pesos en poder de los bancos y de las AFJP, lo cual constituye un virtual ‘seguro de cambio’ para los especuladores.


La ‘convertibilidad’ se ha convertido en un factor de ‘inestabilidad’ de la burguesía. Las luchas de los trabajadores, el agravamiento de la crisis mundial y sus propias contradicciones —la principal, la atadura del peso a la moneda de Estados Unidos, que utiliza el dólar como un arma financiera contra las restantes potencias— han transformado a la convertibilidad en un ‘lastre’ para la burguesía. Pero no puede abandonar ese ‘lastre’ sin arriesgar una catástrofe aún mayor. Este es el callejón, no ya de la política económica, sino de toda la política patronal en la Argentina.


“En términos macroeconómicos, dice un especialista financiero, (Argentina) reúne condiciones similares a las que condujeron a la crisis del bloque asiático, Rusia y Brasil” (BAE, 5/4). Es una opinión compartida. “Para los economistas del FMI, la economía argentina es cada vez más vulnerable” (Clarín, 9/4).


La meneada ‘estabilidad’ menemista, y el propio gobierno, están entre el fuego y la sartén.