Políticas

26/4/1994|417

Se generaliza el rechazo a la “jubilación privada”

No se puede ver televisión, escuchar la radio, leer diarios sin ser bombardeado por la publicidad de la “jubilación privada”. Cada Administradora privada tiene previsto gastar en los próximos tres meses entre 40 y 50 millones de dólares en avisos publicitarios, pago de comisiones a los vendedores, promociones especiales como shows en estadios de futbol o hipódromos, etc. Como ya funcionan 21 AFJP, se calcula que la fiesta publicitaria y comercial rondará los 1.000 millones.


Compañero trabajador: imagínese qué negocio es éste, el de la “jubilación privada”, que solamente en 90 días se piensa tirar por él la friolera de 1.000 millones de dólares.


¿Y quién va a financiar toda esta “joda”? El trabajador. Las AFJP informaron que sus  comisiones van a ser del 3 al 4 % del sueldo, o sea del 27 al 36 % del aporte quincenal o mensual  del trabajador.  Esto significa que sobre un sueldo de 1.000 pesos, el trabajador aportará 110 pesos, y la AFJP se quedará entre 30 y 40 pesos por mes, por el resto de la vida laboral, o sea por 20, 30 ó 40 años.


¿Y que hará la AFJP con los 80 ó 70 pesos restantes?  Los invertirá en la Bolsa, donde el dinero del trabajador podrá ser triturado por la inflación, la devaluación de la moneda, y el propio juego bursátil. En ese caso, cuando llegue el momento de jubilarse, el trabajador recibirá una jubilación pero de miseria.


La “jubilación privada” es entonces un régimen de confiscación del salario y de la propia jubilación. Así lo han entendido los trabajadores que rechazan este sistema confiscatorio e intuyen que detrás de tanta publicidad, los bancos y compañías de seguros se quieren quedar con el botín, que no es otro que una parte del salario del trabajador.


No es casual que “las últimas encuestas de las propias AFJP indican que —al menos en una primera etapa— la cantidad de personas que opten por la jubilación privada será menor a la esperada” (Clarín, 25/4).  La desesperación ha comenzado a invadir las elegantes oficinas de los funcionarios y gerentes de las AFJP porque ven en el rechazo obrero la posibilidad de perderse el preciado botín.


Pero la hipocresía y el bandolerismo de la “jubilación privada” no tiene límites. Porque en estos días las AFJP autorizadas a funcionar deben invertir su mísero capital en el mismo menú de acciones y títulos en que más adelante deberán invertir los fondos de los trabajadores. Los gerentes de finanzas de las AFJP pegaron el grito en el cielo porque dijeron “la ley me obliga a invertir en títulos públicos que pueden perder un 20 o 30 % en un mes, ya que no me da otras alternativas potables”, se lamentó el responsable de una AFJP, según Clarín (25/4).


Pero ese 20 o 30 % por mes es lo que van a caer los fondos de los trabajadores. Y mucho más, porque los bocon cayeron un 40 %. Y sin embargo, dicen que la “jubilación privada” será un lecho de rosas. Los aportes de los trabajadores quedarán pulverizados y con ellos la propia jubilación.  En Chile, desde febrero, los fondos han tenido quebrantos y aquí las pérdidas van a ser superiores.


A partir del 2 de mayo, cuando comienza el período para optar por el sistema público o afiliarse a las AFJP, la pelea, el engaño, las trampas, serán inimaginables con tal de enganchar a los trabajadores a la jubilación privada. El gobierno, por ejemplo, no está entregando el formulario para quedarse en el sistema público, mientras 20.000 vendedores de la jubilación privada recorrerán fábricas y domicilios para que el trabajador se afilie a las AFJP. En el caso de los autónomos es peor porque deberán concurrir a las 4 o 5 oficinas de la ANSES para firmar la permanencia en el sistema estatal , mientras que para afiliarse a la privada tendrán un “servicio a domicilio”.


El Partido Obrero plantea: unidad de acción para rechazar la estafa de la “jubilación privada”. Trabajador, no se afilie a ninguna AFJP, permanezca en el sistema estatal y luchemos por el 82% móvil, el aporte previsional exclusivo de los patrones y por Cajas estatales , administradas y controladas por los trabajadores.