Políticas

9/12/2010|1158

Se jactan de su capitulación

La Verdad Obrera Nº 400 publica una carta de la “Bordó desde las bases”, con fecha 18 de octubre, la que polemiza con quienes resolvieron cortar las vías reunidos “en un local del PO” diciendo lo siguiente: “Por esto, nuestra posición es que salir hoy a una nueva medida de lucha sin preparación previa y sin contar con sectores significativos de la base tercerizada, sumado a la violencia que quiere generar la patota verde para desviar el justo reclamo, es una medida azarosa y riesgosa para el proceso. Hoy la tarea central es revertir el retroceso, reorganizando a la base, para salir a nuevas medidas de lucha.” Por este motivo, el PTS no estuvo el 20 de octubre.

No hay problema, cada uno puede tener la posición que le parezca. El punto es que sin lucha por la reincorporación de los despedidos, no hay pase a planta. El otro punto es que cuando una mayoría resuelve en asamblea una acción, la minoría participa o carnerea. La defensa de los despedidos -el cuerpo de activistas más decididos- es siempre una condición para la luchar por el resto de las reivindicaciones -en el Roca y en todas partes. Justamente, la reincorporación de los 217 compañeros tercerizados en el Roca se logra a partir del piquete donde la patota de Pedraza mató a Mariano, el cual fue la clave para arrancar el compromiso del pase a planta. ¿En qué cabeza cabe que se puede luchar por el pase a planta de los tercerizados sin reincorporar primero a los despedidos? En la cabeza de una corriente que no está pensando en una estrategia obrera para quebrar la política patronal, sino en “actividades” para reclutar clientela política entre los tercerizados no despedidos, mientras los despedidos se iban desgranando. El cuento del gran fondo de huelga para una lucha que no termina nunca es eso, un cuento -o peor.

El grupo de tercerizados despedidos fue un contingente obrero que salió a luchar en la desigualdad de condiciones que salen infinitas grandes luchas de la clase obrera, como los desocupados de Tartagal y de Cutral Có (reprimidos por la gendarmería), las ocupaciones de fábrica de todas las épocas, fácilmente rodeables por la infantería; los piqueteros en el Puente Pueyrredón que pusieron en retirada a Duhalde; los maestros del puente de Corrientes, o los manifestantes del 20 de diciembre de 2001, y más cerca en el tiempo los originarios asesinados por Insfrán en la ruta 86. Mariano y el Partido Obrero simplemente estaban porque allí se libraba una lucha de la clase, emergente de un gran proceso de la juventud obrera del presente, precaria y no precaria.