Políticas

1/11/2007|1015

Segundas partes

Cristina de Kirchner se llevó apenas el 34% del padrón electoral, pero obtuvo una importante victoria política.


No porque les hubiera cortado las alas a sus improvisados rivales del campo capitalista -el mismo que ella representa.


Sino porque neutralizó en el plano político-electoral a las grandes luchas que desafiaron al gobierno de su marido.


Ganó en las rebeldes Santa Cruz y Gualeguaychú, e incluso corrió a un lado a Romero, el gobernador de Salta, capitalizando allí la lucha popular.


Algunos laderos del gobierno, que se le sumaron desde la ‘izquierda’, ganaron en algunos distritos importantes del Gran Buenos Aires, reforzando la ilusión de que se puede “construir poder popular desde arriba”.


El oficialismo cree que ha logrado, con estos resultados, “integrar el conflicto social”, claro que después de haber intentado resolverlo por medio de la Gendarmería o con las patotas del jefe de Gabinete.


La Presidenta electa aspira a jugar el papel de árbitro que tanto le costó desempeñar a su marido.


Sin embargo, la agenda que tiene por delante pasa por nuevos compromisos con los usureros internacionales; por poner en marcha el aumento de tarifas de combustibles, energía y transporte; contener en semejantes condiciones la inflación sin afectar las ganancias de los capitalistas; reprivatizar el petróleo en beneficio de su socio Repsol; acompañar a Bush que quiere atacar a Irán; y así de seguido.


La crisis financiera que se extiende como mancha de aceite tampoco le deja márgenes de maniobra.


Las tareas sociales pendientes no figuran en el orden del día de la nueva presidenta.


El inmediato pago de un doble aguinaldo para hacer frente a la inflación, un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar, poner fin a la flexibilización y al negreo laboral, recuperar los recursos básicos, oponerse a la guerra internacional del imperialismo promoviendo la unidad independiente de América Latina.


El oficialismo vive su cumbre, que es el peor lugar para encarar una caída.


Llamamos a proseguir la lucha por la agenda de los trabajadores.


Midamos al nuevo gobierno con la vara de nuestras necesidades.