Políticas

31/5/2001|708

Si no pueden plantarse frente a Aznar, que se vayan

Los ministros del español Aznar simplemente basurearon a Cavallo y a la Bullrich, cuando éstos fueron a Madrid a negociar una salida para Aerolíneas.


Les dijeron que no pagarían los 500 millones de dólares que la Sepi española debe al Estado argentino por deudas impositivas y previsionales; les dijeron que no iban a pagar los salarios de abril; les exigieron que la Argentina redujera el tráfico aéreo internacional para que AA pudiera competir con las empresas extranjeras; y finalmente dejaron en claro que reclamaban todo esto, además de la reducción de salarios y de la flexibilidad laboral, no para salvar a la empresa sino para poder ir a una quiebra menos costosa para el Estado español.


Cavallo ni se mosqueó frente a la posibilidad de liquidar Aerolíneas, porque éste sería uno de los precios que le imponen los acreedores internacionales para hacer el megacurro del canje. La quiebra de AA facilitaría, además, imponer la apertura aérea que reclama el gobierno norteamericano. En este esquema, el empresario Eurnekian, que ya acapara los aeropuertos argentinos, se asociaría con la yanqui Delta para monopolizar el negocio aéreo internacional y de cabotaje. El principal asesor de Eurnekian es Guillermo Francos, ex diputado del partido de Cavallo y también su principal operador político.


Un gobierno que no puede defender en lo más elemental el patrimonio nacional, tiene que irse; o, mejor, el pueblo tiene que echarlo. Es el mensaje que nos dan los trabajadores de Aerolíneas cuando cortan las pistas de aviación y se convierten en los más “modernos” y “tecnológicos” de nuestros piqueteros. El Partido Obrero no solamente los apoya sino que llama a una huelga general del tráfico aéreo y a una huelga general de todos los trabajadores.


AA no solamente debe ser estatizada, sino que la Argentina debe cobrarse todas las deudas del Estado español con nuestro país y el costo del vaciamiento empresarial que han cometido. Hay que intervenir los bancos españoles y a Repsol, abrir sus libros, denunciar los vaciamientos que ejecutaron por medio de préstamos truchos a AA, y cobrarnos todo el desfalco. Una reestatización formal no pasaría de ser una carga; tenemos que resarcirnos de los daños expropiando a los pulpos españoles que han conspirado contra la Argentina.


La impotencia de De la Rúa-Cavallo frente al saqueo los incapacita para gobernar, a ellos y a la clase capitalista que representan.