Políticas

10/12/1998|611

Sigue la crisis del Mercosur

Esta semana se firmaría en Brasil un nuevo régimen automotor para el Mercosur que regirá desde el año 2000 hasta el 2005. Si bien se desconocen sus términos, algunos trascendidos señalan que fijaría un arancel externo del 35% para la importación de autos del exterior, tanto para los importadores como para las terminales radicadas en el Mercosur.


Los gobiernos de Brasil y de Argentina rechazarían la pretensión de las terminales de poder importar autos no fabricados en el Mercosur con un arancel del 17,5%. Las terminales reclamaban ese arancel más bajo con el argumento de que fabrican en el Mercosur pocos modelos, para tener mayores volúmenes de producción, por lo que necesitarían, en compensación, importar los modelos restantes con alguna ventaja. Un arancel más bajo les da a las terminales la posibilidad de un sobreprecio y una ganancia extraordinarios.


Sin embargo, este nuevo régimen terminaría de pulverizar a los autopartistas, al acelerar el completo copamiento de esa industria por parte de los grandes pulpos internacionales. Las autopiezas tendrían un arancel más bajo para las terminales, que podrán importarlas pagando del 4 al 6%, “siempre que garanticen un contenido nacional de partes de más del 50% del contenido regional que llevan los automóviles”. Ese arancel subiría gradualmente hasta ubicarse en el 18%. Como el contenido regional sería del 60%, cada auto tendría como mínimo un 30% de piezas nacionales.


El problema es que ese 30% se establece sobre el precio final del auto, que incluye impuestos, ganancias, publicidad y gastos. En relación con las piezas efectivas, ese 30% se reduce a menos de la mitad, con lo que las piezas importadas podrían alcanzar el 90% que ingresarían prácticamente sin derechos de importación.


Por esa razón, “Rodolfo Ceretti, director de Relaciones Institucionales de Ford Argentina, aseguró que si bien el acuerdo está en plena negociación entre los gobiernos se está enfocando en el rumbo que la industria necesita” (Página 12, 3/12).


En cambio, ADIMRA, la cámara patronal de industriales metalúrgicos, sacó una solicitada en la que pide que el arancel para las autopiezas sea del 80% del arancel para los autos (28%) y que el 30% de autopiezas nacionales se establezca sobre el precio del vehículo al concesionario, libre de impuestos. ADIMRA plantea que si se aprueba la propuesta oficial “la industria terminal automotriz incrementará significativamente su actual condición de ensambladora, prescindiendo al máximo del sector autopartista argentino”.


Está claro por los apoyos de las montadoras y las críticas de los autopartistas, que el régimen automotor que se está por firmar contempla la mayor parte de las exigencias de las terminales, en detrimento de los autopartistas. De este modo, la llamada industria automotriz del Mercosur se revela, cada vez más, como una simple montadora de piezas importadas.


Aún así, no hay lugar para todas. La industria automotriz mundial padece, como la mayoría de las ramas industriales, de una sobreoferta de 25 millones de autos anuales. La capacidad de producción de autos en el Mercosur excede la demanda y “sólo hay lugar para 4, no para 10 montadoras”, declaró el‘patrón’ de Fiat (Clarín, 29/11).


 


Las automotrices se dividen


Pero ahora, debido a la recesión de Brasil y la Argentina, las fábricas están paradas, prácticamente hasta el fin del verano, y se postergaron sin fecha muchos planes de fabricar nuevos modelos. Por ejemplo, “Ford invertirá cuando mejore Brasil” (BAE, 3/12), algo que nadie sabe cuándo sucederá.


La recesión ha llevado a un sector de las automotrices, encabezado por Fiat, a reclamar que los gobiernos subsidien el llamado “auto económico” y relancen el “plan canje” (compra del auto viejo con subsidio del Gobierno, a cambio de un auto nuevo). Vincenzo Barello, presidente de Fiat Argentina, reclamó “el lanzamiento de un auto económico a un precio sustantivamente más bajo, con la correspondiente ayuda tributaria”, mientras que”Ford rechaza el auto económico como salvavidas de la industria” (BAE, 2/12). El planteo de Fiat fue asumido como propio por la mayoría de ADEFA, la cámara patronal automotriz, los autopartistas y las burocracias de la UOM y del Smata.


Lo que no está claro aún es qué tratamiento tendrán los insumos, en especial la chapa. Siderar, de Techint, planteó también que el arancel sea del 80% del de los autos, pero parece que se fijaría un arancel más bajo, para obligarla a bajar el precio en beneficio de las automotrices.


Por esta razón, Techint comenzó a formular un planteo ‘nacionalista’, de defensa del mercado interno y en contra de la extranjerización de las empresas argentinas.


El Partido Obrero denuncia el apoyo de las burocracias de la UOM y del Smata a las patronales automotrices, siderúrgicas y autopartistas que enarbolan ahora un discurso ‘mercadointernista’, como pantalla para obtener suculentos subsidios y nuevas prebendas.


El PO denuncia el apoyo de la burocracia a las patronales que aplican a rajatablas la flexibilidad laboral, incrementan los ritmos de producción y que ahora, en la crisis, suspenden y despiden a los trabajadores sin ningún miramiento.


El PO llama a los sindicatos a romper con las patronales y a reclamar mediante la huelga general y la ocupación de las fábricas, el reparto de las horas de trabajo entre todos los trabajadores, sin disminución del sueldo efectivo.