Políticas

28/7/1998|594

Siguen muriendo obreros

La muerte de un trabajador de la construcción en Mataderos y la de otro en Abasto, exige que pongamos fin a todo el régimen privatista y superexplotador que hace fatal que se produzcan estos accidentes. Los asesinatos de trabajadores que cobran estado público, son una ridícula minoría de los que tienen lugar diariamente y que provocan la inhabilitación parcial o total y tambien la muerte de los trabajadores.


Estos son crímenes ‘en primer grado’ de las patronales, las cuales tienen sobrado conocimiento de que su ocurrencia es inevitable. En la obra que cobró la vida del compañero en Mataderos, ya se había producido un derrumbe en la semana previa. Pero estos crímenes son inevitables, por sobre todo, porque resultan directamente del agotamiento de jornadas de 12 o más horas y de la falta de seguridad laboral, deteminada por al afán patronal de ‘reducir costos’, o mejor dicho de aumentar sin cesar los beneficios.


Precisamente en estos momentos, las patronales, el gobierno y la burocracia de la CGT (en la que se encuentra la de la Uocra) están patrocinando una reforma laboral que da vía libre al alargamiento de la jornada laboral, a la fragmentación de las vacaciones, a los despidos gratuitos y al salario por producción realizada. La industria de la construcción se encuentra especialmente afectada en las actuales circunstancias, debido a la existencia de una feroz especulación inmobiliaria, que depende estrechamente de la superexplotación de sus obreros.


Estos crímenes son igualmente inevitables porque la privatización del seguro de accidentes de trabajo, ha reducido drásticamente el monto de las indemnizaciones que deben pagar las patronales, de manera que esto les resulta más barato que invertir en instalaciones seguras. Las burocracias sindicales, incluída la de Uocra, participan en el negocio de las Aseguradoras de Riesgo de Trabajo. Tambien es causa fundamental de los accidentes la falta de interés de las burocracias sindicales por establecer comisiones obreras de seguridad de cada lugar de trabajo, por lo que no figuran en los convenios laborales.


Si no se liquida esta legislación anti-obrera, los compañeros seguirán matándose.


Pero las grandes patronales están pactando ahora mismo, con la CGT y Menem, más de lo mismo. Hay que acabar, por lo tanto, con Menem, con las grandes patronales y con las burocracias de los sindicatos.


Gerardo Martínez, de la Uocra, reclamó un paro a la CGT como jornada de luto por los compañeros asesinados. Se trata de una hipocresía, porque no resuelve nada y, por sobre todo, porque encubre a los co-autores de nuevos atropellos como estos, o sea a la propia burocracia sindical.


Por eso nuestra conclusión es que hay que liquidar la legislación anti-obrera, volver a la jornada de ocho horas con salarios básicos mínimos iguales al costo de la canasta familiar de 1200 pesos; que hay que discutir convenios con delegados elegidos en asamblea y no por medio de burócratas sindicales; que hay que terminar con las ART y las AFJP y establecer la responsabilidad del Estado en la seguridad laboral y en la jubilación, bajo control obrero; que hay que acabar con el ejecutor político de estos atropellos, o sea los Menem, los Duhalde y los De la Rúa; que hay que expulsar a la burocracia de los sindicatos y reemplazarla por una dirección clasista; que para imponer estas reivindicaciones perentorias, impostergables, inmediatas y de vida o muerte, hay que largar una huelga general.