Silvia Suppo, ¿otro Julio López?

Silvia Suppo, reconocida militante de derechos humanos y ex detenida desaparecida, fue asesinada de 12 puñaladas, a plena luz del día, en el negocio de artesanías que tenía en la calle más transitada del centro de Rafaela, Santa Fe, a pocas cuadras de la central de policía. Aunque no hay antecedentes en la ciudad de crímenes con semejante saña, la policía del socialista Binner rápidamente dedujo que el móvil era robo (faltaban dinero y objetos) y hasta encontró un presunto culpable, que debió liberar horas después.

Los organismos de derechos humanos sospechan que podría tratarse de una venganza por el importantísimo testimonio de Silvia en la causa contra el ex juez federal Víctor Brussa y otros represores. La vicegobernadora de la provincia, Griselda Tessio, tuvo que reconocer que “aunque pudiera parecer un robo, puede ser otra cosa, un sicario, alguien pago”.

A los 17 años, Silvia fue secuestrada, torturada, violada y obligada a abortar en la Comisaría Cuarta de Santa Fe, mazmorra que solía visitar el entonces obispo de Rafaela, Jorge Casaretto.
Silvia tuvo que esperar hasta octubre de 2009, más de 30 años, para testimoniar contra el ex juez federal Víctor Brussa, el comisario Héctor Colombini y sus cómplices. Su declaración demostró que la violación de las detenidas era una práctica sistemática. Suppo también era querellante en la causa por la desaparición de su novio de la adolescencia, Reinaldo Hammeter. Dos de los imputados viven en Rafaela.

Los hijos de Silvia dijeron que su madre era víctima de permanentes intimidaciones, que la desafiaban frente a su negocio, y exigieron que la autopsia se realice en Santa Fe. Ella no había aceptado entrar en el régimen de protección de testigos porque esto la ponía directamente en manos de la policía. En noviembre pasado, dos desconocidos intentaron secuestrar a otro testigo de la Causa Brussa.

Esto ocurre a más de tres años de la desaparición de Julio López y en un marco de sistemática intimidación a los testigos.