Sin paradoja

Si bien la crisis política que estamos atravesando no es similar a la de 2001, debemos dar cuenta de ciertos factores que pueden suscitarse nuevamente para que no se produzca la paradoja del 20/12 en la cual el “que se vayan todos” no echó a “todos”.

En 2001, la presión provocada por el movimiento piquetero organizado condujo al levantamiento de gran parte de la sociedad, más allá de los saqueos dirigidos por los punteros del PJ, ofreciéndose como el gran brazo opositor al gobierno al grito de “que se vayan todos”. En la actual crisis política, quien se posiciona como fuerza opositora es la derecha sojera, quien acude a la tarea de la megadevaluacion y al acuerdo con el FMI.

En 2001, la salida de las masas a la calle y la correspondiente crisis política que ello produjo, fue cooptada por el PJ quien, por medio del Senado, maniobró las idas y vueltas de los presidentes electos en esa semana, hasta concluir en la asunción definitiva de Duhalde. Con esto se restablecía la camarilla peronista nuevamente en el gobierno… el “que se vayan todos” no había cambiado nada, pues los mismos que ayer estuvieron en la “fiesta menemista”, ahora estaban barajando la cúpula gubernamental. Hoy también los encontramos (varios ocupan bancas en diputados y senadores), desde las pasadas campañas presidenciales hasta las de ahora en junio.

La cuestión sería plantearse de qué manera, si se produce nuevamente la movilización de las masas trabajadoras (ante la agudización del tarifazo, despidos, etc.), ésta pueda verse coordinada por un movimiento revolucionario organizado que conlleve a efectuar decididamente sus propuestas. Hasta el momento, las cuestiones eran si nos encontrábamos en una etapa análoga o no a la de 2001, y si la masa de trabajadores salía o no a las calles.

Por el momento, nada de esto parece desenvolverse, ya que las distintas acciones que llevaron los trabajadores (tanto los obreros ante los despidos, y los consumidores ante los tarifazos) frente a la extorsión del capital fueron apaciguadas por jugadas del gobierno (acuerdos de la burocracia sindical con las patronales por un lado, y planes de no aumento en este mes a ciertos consumidores por el otro). El escenario que ahora se perfila son las elecciones de junio.

En este período de campaña electoral, las consignas deben dirigirse contra las fuerzas fondomonetaristas que se encumbran para desfilar por la palestra política como victoriosas organizaciones que administran las soluciones de la sociedad. Ni la economía keynesiana de Prat Gay salvará a la recesión, mientras que Obama siga trabajando “rescates”, ni De Narváez y la “paz social” de la Iglesia van a terminar con la inseguridad, mientras la “podrida policía” siga siendo el medio que garantice el orden y control ciudadano.

En cada barrio es necesaria la convocatoria de vecinos y la discusión critica sobre estas cuestiones. Es importante confirmar que la consciencia electoral de los trabajadores no puede dirimir entre el gobierno y la oposición derechosa desperdigada entre CC, UCR, PRO, PJ disidente. Como tampoco en las organizaciones de izquierda que los apoyan (PC, PCR, MST).

Ni el gobierno ni la oposición están en busca de una salida para los trabajadores porque ambos promueven las mismas recetas de ajuste y de devaluación, tanto salarial como de las condiciones de vida.

Ante estas elecciones, la consigna del frente anticapitalista debe ser la opción a elegir para superar esta crisis y para que definitivamente el impulso del proletariado se haga evidente en la estructura política. El grito “contra los capitalistas”, que inundó Plaza de Mayo el 24 de marzo, deberá hacerse sentir en las urnas.

Silvano (L.L.)