Solanas: Un proyecto conservador

Pino Solanas se ha lanzado a capturar el voto progresista y hasta de izquierda, con el discurso de la “distribución de la riqueza” y la “recuperación de la renta petrolera y de exportación”. Frustrado con la experiencia “nacional y popular” de Kirchner, antes con la Alianza, previo a eso con la de Menem y más atrás todavía con la de Frondizi -uno de sus errores confesados-  se ha lanzado ahora a una especie de reconstrucción del Frepaso.
La reconstrucción del Frepaso es, sin embargo, un planteo conservador, una “restauración conservadora” del centroizquierda que ya fracasó con la Alianza y con Kirchner.

El primer problema del plan ‘redistribucionista’ es que arranca ignorando la bancarrota capitalista mundial. El capital no crea riqueza, la está destruyendo; no sostiene económicamente al Estado, que es sostenido por los recursos fiscales. En estas condiciones, una ‘redistribución’ del ingreso pasa por una transformación social previa: por el pasaje de la acumulación privada a la planificación social. O sea, por medidas anticapitalistas, a cargo de otro régimen político y otro régimen social (en transición).

Cuando dominan la fuga de capitales, centenares de miles de despidos y suspensiones, el derrumbe de la recaudación y el colapso de las cuentas públicas, el vaciamiento y la quiebra de empresas enteras, la tendencia a la devaluación y a los tarifazos, Solanas guitarrea la deficiente utilización de los “recursos” de la folclórica riqueza Argentina.

Pero, ¿cómo distribuir riqueza alguna sin atacar la estructura social del capital responsable de la crisis? La caída mundial del precio del petróleo y de las demás exportaciones ha llevado a la crisis precisamente a las experiencias nacionalistas de América Latina, basadas en la estatización de una porción de las “rentas de exportación” (vía regalías, impuestos, nacionalizaciones parciales y emprendimientos asociados con los monopolios).

Reservas, al rescate del capital

En el caso argentino, Solanas propone invertir las reservas del Banco Central para nacionalizar el petróleo. Pero esto sería no un rescate de los recursos nacionales, sino el salvataje más extremo de un sector del capitalismo y derrumbe financiero del Estado. Los K saquean la Anses; Solanas propone hacerlo con el Banco Central. Semejante compensación por Repsol desataría de inmediato una hiperinflación en un cuadro de fuga de capitales y tendencia a la devaluación monetaria.

No hay recuperación de la renta petrolera sin nacionalizar Repsol y las demás petroleras, sin compensación alguna, porque son empresas que deberían indemnizar al Estado por el saqueo nacional.

El resto de la “renta de exportación” que pretende ‘recuperar’ Solanas saldría de una alteración de la política impositiva. Pero cuando este problema estuvo en el centro del debate nacional, Claudio Lozano votó con la Mesa de Enlace lisa y llanamente contra la 125. Precisamente, la 125 puso de manifiesto los límites de una política redistribucionista en una época de bancarrota capitalista, pues su finalidad era acaparar recursos para pagar la deuda externa.

Solanas no arrima tampoco al planteo de la nacionalización de la banca y del monopolio del comercio exterior.

Su “reforma a las entidades financieras y la propuesta de baja de tasas de interés”, no difiere de la de Heller, pero su consecuencia, con un Estado en default sería apurar la desvalorización del peso.

A la hora de hablar de impuestos, Solanas no menciona el único verdaderamente relevante: el impuesto extraordinario a los grandes capitales para que el Estado pueda cancelar la deuda contraída con la Anses (la mayor parte heredada de las AFJP y otra, no menos importante, como resultado de los manotazos del gobierno).

Solanas habla de reducir el IVA (no de eliminarlo, a sabiendas de que es devuelto a los exportadores). Pero para que la baja o eliminación del IVA redunde en una redistribución para los consumidores, es necesario que bajen los precios en la misma medida, algo imposible, en el contexto actual, sin el control obrero y la apertura de las cuentas de las empresas.

La ley y el orden

Cuando Solanas nos habla del “cambio en democracia” hay que ver de qué habla: las luchas obreras y ocupaciones de fábrica que desbordan las “instituciones”, la “seguridad jurídica” y la “paz capitalista”. ¿Se encuadran o no, para él, en la democracia?

Cuando Solanas custodia el marco jurídico “democrático”, se refiere a las convocatorias de acreedores de la “burguesía nacional” de los Techint, los Eskenazi o los Massuh; precisamente, el método por el cual la crisis la pagan los trabajadores. Los jueces pueden aprobar regímenes de crisis o fideicomisos, pero nunca la expropiación de los vaciadores. Con los regímenes de crisis, los fideicomisos, la clase obrera se carga la crisis capitalista.

Solanas, en cambio, propone redimir al parlamento. Dice que “hay muchísima gente honesta en todos los bloques y canallas en todos los bloques, incluso en el mío propio como ya me pasó”. Volvemos al discurso primigenio del Chacho Alvarez: todo se arregla con ética. ¿Pero con qué honestidad votó Solanas la intervención federal a Santiago del Estero, pedida por Menem, en oportunidad del santiagueñazo, para reprimir el santiagueñazo (1993) o la reelección de Menem (1994), o con el bloque patronal agrario (Lozano), en 2008?

Solanas aceptó la idea de las “retenciones diferenciadas”, una excusa que sirvió a las izquierdas argentinas para subirse al carro sojero.

Por último, resulta notorio que un proyecto ya no nacional sino sudamericano, no pase de la General Paz. Efectivamente, en la provincia de Buenos Aires todos los aliados de Solanas en la Capital, De Gennaro y la CTA en primer lugar, están con Martín Sabbatella, que reivindica y apoya Kirchner. Sabbatella integra en sus listas al postkirchnerista Jorge Ceballos y a los flamantes kirchneristas PC y PH. Pero más revelador ha sido el pacto que firmó en Córdoba con el cuentista Luis Juez, hombre incondicional de la Mesa de Enlace rural, cuyo jefe parlamentario es Eduardo Bischoff, ex gerente de Fiat Córdoba, seguramente un parlamentario de los ‘honestos’.

Ideas viejas y fracasadas

Solanas, Lozano y Sabatella coinciden: la “asignación universal para los niños” (para terminar con el hambre). Para este mismo tema, los Kirchner han obtenido un crédito del Banco Mundial. O sea que es parte de la política del imperialismo, para imponer millones de despidos en el mundo. Los créditos de este tipo no mueven ni una rueda de la producción, solamente sirven para reforzar la esclavitud nacional con el capital financiero. La política de una corriente de la clase trabajadora es cómo evitar los despidos; no cómo crear la “red de contención social” de 400 a 800 pesos, sino un seguro al parado sin límite de tiempo por el 82% del salario de bolsillo.

Solanas es parte de la explosión del progresismo porteño, de los Lozano, Heller, Tito Nenna y tantos otros, como consecuencia del derrumbe de la gestión de Ibarra, que se destacó por el más fabuloso rescate de la banca en oportunidad del default, pues no sólo reconoció la deuda de la Ciudad en dólares sin quitas, sino que indexó la deuda en pesos al aumento de la recaudación, mientras el país era ‘pesificado’ sin anestesia. Uno de los negociados más fabulosos de la banca, denunciado por Jorge Altamira como legislador de la Ciudad, durante el default de 2002.

Proyecto Sur es un proyecto envejecido y, por lo tanto, conservador. Llamamos a los trabajadores a votar al Partido Obrero a partir de este balance.

Néstor Pitrola