Solanas

Solanas y su lista dicen que tienen un proyecto, pero omiten que se trata de reconstruir el Frepaso, cuyo fracaso selló para siempre las posibilidades del centroizquierda que plantea transformaciones en el marco capitalista.

Solanas alega que es coherente; nosotros oficiamos lo mismo. Por eso, ¿qué pensar del hombre que en diciembre de 1993 debutó como diputado votando el decreto de Menem de intervención federal a Santiago del Estero, para reprimir el “santiagueñazo”?

¿O de quien votó la re-reelección de Menem en la Convención Constituyente de 1994?

Solanas dice que quiere transformaciones, pero cuando la crisis capitalista aprieta se alinea con la defensa del orden existente. Él llama a esto “cambios en democracia”.

Aunque Solanas se distanció de Kirchner, continúa apoyando su “política exterior”. Saluda, por ejemplo, la presencia argentina en el Unasur, un pacto militar de los gobiernos capitalistas de la región bajo la batuta de la industria armamentística de Brasil.

¿Acaso vamos a financiar ‘la redistribución de los ingresos’ mediante el aumento de los gastos públicos en armamentos?

Solanas juzga “positiva” la intervención del Unasur en la crisis boliviana de 2008, cuando logró levantar el cerco campesino contra la derecha fascista de Santa Cruz de la Sierra. ¿Qué tal? 

Solanas asegura que se propone “recuperar” las rentas mineras, petroleras, financieras y hasta agrarias, pero se opone a la nacionalización de las minas, del petróleo, de los bancos y de los terratenientes. O sea que insinúa que hay que gravar con impuestos más altos a los pulpos. Pero en un cuadro de bancarrota capitalista, los pulpos le exigen un rescate al Estado -difícilmente paguen impuestos. Así lo prueba el socorro de la Anses a Mercedez Benz, General Motors o Aluar. El ‘coequiper’ de Solanas, Lozano, votó, sin embargo, contra las retenciones a la exportación de soja (el equivalente a un impuesto al capital agrario); en ningún momento del debate planteó la nacionalización del comercio exterior, que se encuentra en manos de monopolios extranjeros.

Solanas ignora la bancarrota capitalista mundial; para él, el futuro sigue siendo capitalista -e incluso podría ser venturoso.

Pero cuando la crisis fuerza a los Estados capitalistas a destinar el dinero público a rescatar a los grandes monopolios y al capitalismo en general, ¿cómo se podría ‘redistribuir la riqueza’ sin medidas anti-capitalistas, o sea sin medidas de nacionalización, sin compensación, de los capitales en bancarrota?

“Proyecto Sur” propone suspender “por ley” los despidos y suspensiones, pero solamente por seis meses y a sabiendas de que no existe una mayoría parlamentaria para ello. Se trata de una frase vacía y de la más baja demagogia. Solamente la acción directa de los trabajadores puede alcanzar ese objetivo, como ocurre en Massuh, Indugraf, Mahle, Cive y otras tantas empresas.
Pero esto es lo que HACE el Partido Obrero, no lo que propone Solanas.

Solanas y la CTA proponen una “asignación mensual por hijo” y un seguro al desocupado equivalente a la canasta de indigencia o, en todo caso, que no supere la canasta de pobreza; ¿con esto llegamos a la ‘redistribución del ingreso’? Claro que no, es una limosna. Por eso proponen lo mismo que piden Prat Gay, De Narváez o el Banco Mundial. Con esto no pretenden redistribuir nada, sino quitar argumentos a la lucha contra las cesantías y las suspensiones, y liberar al capitalismo de toda responsabilidad por la crisis y la bancarrota.

Todos ellos -y también Solanas- dan por un hecho que la bancarrota del capital será pagada por los trabajadores, y buscan remediarla mediante asistencialismo estatal. Pretenden convertir a la clase obrera (una clase productiva y transformadora) en una clase asistida por el Estado capitalista.

Solanas ya se arrepintió de haber apoyado a Frondizi, a Menem, a la Alianza y a Kirchner.
Para que no sea usted el que se termine arrepintiendo de votar a Solanas, el 28 de junio opte por una construcción política obrera, socialista y consecuente.