Políticas

14/11/1996|519

Subsidios y otras yerbas

Los subsidios, comedores y me­dicamentos que da el PAMI impli­can un reconocimiento de que nadie puede vivir con 141 pesos. Estos subsidios tienen para ellos (el go­bierno y los capitalistas) una venta­ja; siempre es sólo una mínima parte de los jubilados la que se entera de ellos, y muy pocos son los que se atreven a reclamarlos. Hay que se­ñalar, además, que el PAMI nunca hizo ofrecimiento de ellos a partir de información fluida, y que los que han podido acceder a estos benefi­cios han debido recorrer toda una serie de trámites burocráticos.


Los jubilados sabemos que los subsidios, lejos de ser un regalo, significan el pago de una pequeña suma que no llega a compensar todo lo que nos vienen robando de nuestros miserables haberes, los cuales no reflejan para nada los treinta o más años de aportes de cada jubilado. El gobierno actual —y los que a su turno se calificaron como democráticos— está provo­cando una matanza que no está muy lejos del genocidio cometido por la dictadura militar. Es que los viejos ya no sirven para ser explo­tados por el sistema capitalista; sobran para sus planes económicos hambreadores; hay que descartar­los o matarlos lentamente.


Frente a la perspectiva de ham­bre y genocidio que ellos plantean, nosotros, los jubilados y los trabaja­dores, planteamos la nuestra. Abajo el quite de subsidios; por su integra­ción a un mínimo de 500 pesos para todos los jubilados. Por la defensa del PAMI bajo dirección de jubilados y trabajadores libremente electos. Fuera Marcovic y la intervención gubernamental. Abajo la privatiza­ción de la salud. Impulsemos la rea­lización de un Congreso de delega­dos de base del PAMI, las organiza­ciones de jubilados y los trabajado­res de la salud para defender nues­tra perspectiva.