Políticas

10/3/2011|1167

Subte: una fuerte lista para luchar por un sindicato independiente

Un gran plenario obrero del subte decidió la fórmula Charly Pérez-Claudio Dellacarbonara como secretario general y adjunto respectivamente, para la lista que disputará la conducción del nuevo sindicato el próximo 23 de marzo. El plenario reunió 165 compañeros en dos turnos de debate, de participación y de votación, a partir de un programa previamente acordado en el acta de convocatoria.

Para tener una idea de la dimensión del acontecimiento, basta considerar que en la asamblea general del gremio -donde se eligió la junta electoral- hubo 200 compañeros. En ella, este bloque de fuerzas obtuvo un 35% de los votos para su moción de que la nueva comisión directiva se integre de manera proporcional con sistema D’Hont -en la línea de democracia obrera del histórico cuerpo de delegados y ante la cerrada negativa del grupo dirigente que encabezan Norberto Pianelli y Néstor Segovia. O sea que en las dos semanas que mediaron desde la asamblea general del gremio hasta el plenario, un vasto movimiento en el activismo constructor del nuevo sindicato llevó a reunir esta gran fuerza para la constitución de la lista que levanta aquella y otras banderas contra el sindicalismo burocrático de la UTA. Otra medida de la magnitud del plenario que formó la Lista Naranja-Bordó-Violeta -así se llamará-, está dada por el hecho de que la lista oficial (que hasta ahora controla la mayoría del cuerpo de delegados) se constituyó en un plenario de unos 70 compañeros -según informan sus propios organizadores.

Tentativa de cooptación

No hay forma de entender esta situación si no partimos de caracterizar que estamos ante el intento más audaz y decidido de cooptación al kirchnerismo para uno de los sectores más activos del movimiento obrero, el cual desafió a la burocracia sindical desde el argentinazo a esta parte. Y a grandes profundidades, grandes alturas: se ha producido una formidable reacción en favor de una lista opositora a ese curso de asimilación del sindicato al gobierno. El operativo de cooptación viene de atrás: apareció con todo cuando la dirección del nuevo sindicato firmó un acta de paz social en 2009. Coincidentemente, la entonces comisión interna de Kraft -luego derrotada en las elecciones gremiales realizadas con posterioridad al conflicto- firmó un acta de alcance similar. Esas actas buscaron bloquear un proceso huelguístico y antiburocrático. En el caso del subte, luchando por arrancar de cuajo el reconocimiento del nuevo sindicato y, en el de los obreros de Kraft, la reincorporación de todos sus activistas despedidos. Ese operativo de cooptación se expresó otra vez fuertemente con el golpe de mano del grupo dirigente para meter a la Asociación Gremial de Trabajadores de Subte y Premetro (AGTSyP) en la CTA sin debate alguno -y más todavía: para alinearla en la lista de Yasky, de la que participó como candidato a secretario de la Capital el propio Pianelli.

Esta política de paz social y hasta de apoyo político al ministro Tomada -Pianelli estuvo en el acto de lanzamiento de su candidatura en la Ciudad- a cambio de la promesa de reconocimiento futuro del nuevo sindicato fue un terreno de desgaste. La contraparte fueron las infinitas luchas por sector para resistir el avance de la UTA, que sigue ejerciendo la representación sindical en paritarias. Ese proceso tuvo un momento político de crisis para el llamado pianellismo cuando el 23 de septiembre, en la elección de la CTA, votaron apenas 500 trabajadores, mientras que otros 500 se definieron activamente con firmas por boicotear una elección marcada por el fraude y la injerencia del gobierno. Allí, Charly Pérez y ATM (Agrupación de Trabajadores de Metrovías) jugaron un papel orientador, incluso por referencia a otras izquierdas, incluido el PTS, partidarias de un ingreso a la CTA, al que daban por hecho “con valijas y todo”. Las próximas elecciones del 23 de marzo son, justamente, para institucionalizar un sindicato finalmente inscripto por Tomada, pero como “sindicato de empresa”, no de actividad y, por lo tanto, impedido desde el vamos para discutir paritarias, salario y convenio. Es un tipo de sindicato de convivencia con la UTA que no tiene nada que ver con la naturaleza de toda la lucha del subte, destinada a barrer a la burocracia. Que no tiene nada que ver con el movimiento de conjunto en la clase obrera por una nueva dirección; al contrario, pretende acotarlo. La agrupación ATM empujó para llevar a la justicia el cuestionamiento de esa condena a sindicato de segunda y, desde luego, la lista lleva la posición de un sindicato de plenos derechos como norte estratégico para barrer a la burocracia de la UTA y su patota “pedracista” del subte.

Una crisis abierta en el nuevo sindicato

Pero si todo esto es así, los acontecimientos que desataron una crisis de dirección abierta en el nuevo sindicato son más recientes todavía. La propia asamblea general de elección de junta electoral resolvió, a propuesta del taller Rancagua y por unanimidad, un paro de dos horas por turno ante la muerte del compañero David Alfonso. El espantoso accidente de trabajo ocurrió en la Línea C, de Néstor Segovia, donde no se organizó una reacción inmediata. El paro, resuelto en asamblea, nunca se cumplió por parte de una Comisión Directiva Provisoria que tenía que fijarle hora y fecha en asambleas de base. Lo cumplieron, en cambio, por su cuenta, los talleres de Rancagua de la Línea B y de Canning de la D. La domesticación a la posición antiparo de los medios de transporte, bajada por toda la jauría de los medios patronales y por la Presidenta en el discurso de apertura del parlamento, tuvo acá una manifestación brutal que ha causado repudio entre el activismo combativo del subte.

Al mismo tiempo, esa asamblea, por adaptación de la moción inicial pro unicato del grupo mayoritario, dispuso que la nueva Directiva no sería proporcional a la votación de las listas, pero tendría integración de mayorías y minorías. Esto, con excusas legales de ocasión absolutamente infundadas, también ha sido desconocido por el pianellismo: quien gane tendrá todos los cargos de la directiva, al igual que en la UTA, ferroviarios o camioneros y que todo el sindicalismo burocrático de la República Argentina. El formidable plenario que conforma la Naranja-Bordó-Violeta es una reacción de lo mejor del cuerpo de delegados y del activismo a estas manipulaciones, las que expresan la burocratización del nuevo sindicato.

El sentido de un plenario

Desde el primer momento, la Agrupación de Trabajadores de Metrovías (ATM) concibió el plenario como un campo de desarrollo de la lucha contra la cooptación del sindicato. Por eso, luchamos para que la lista se hiciera con ese método, contra la posición de la agrupación del PTS. De esa manera, facilitamos que el plenario mismo fuera un gran pronunciamiento político y metodológico -como lo fue- decidido a poner en pie un movimiento capaz de disputar la dirección del nuevo sindicato. La lista tendrá que procesar rápidamente esta definición, diametralmente opuesta a la idea perniciosa de la mera construcción de una izquierda en los márgenes del pianellismo, cuando lo que está en juego es el destino del nuevo sindicato. Se trata de una opción: ser colectora izquierdista del sindicalismo moyanista -un sabbatellismo en el movimiento obrero- o constituir un sindicato de independencia política de los trabajadores.
La Naranja-Bordó-Violeta agrupa a los elementos más combativos y antiburocráticos de todas las líneas y talleres, y tendrá que ganar a aquellos a los que todavía no organizó. Es el caso de los trabajadores que pararon el Premetro cuando el pianellismo firmó, sin consulta a las bases y contra la voluntad de vastos sectores, un aumento absolutamente insuficiente de 18 pesos sobre los viáticos hace apenas un mes.

El movimiento por la candidatura de Charly Pérez, superando las complicaciones que en los últimos años ha tenido su salud, representa el rescate, por parte de nuevos y viejos delegados y activistas, de la lucha por las seis horas, de su contenido estratégico contra el edificio de la flexibilidad laboral menemista, como parte del movimiento popular y piquetero del Argentinazo que acompañó esa lucha, de la batalla de un parlamentarismo obrero y socialista que dio el Partido Obrero para imponer las seis horas en la Legislatura, que el kirchnerista Aníbal Ibarra vetó y que una huelga general del subte terminó imponiendo. Con esos mismos métodos, se impondría más tarde el pase a planta de centenares de tercerizados, el pase a convenio de CAF, la reincorporación de activistas represaliados y resonantes victorias salariales que hoy están siendo tragados por la inflación y los malos aumentos salariales de la UTA.

Es clara la conclusión que nos devuelve este plenario. No se trata de una presentación meramente acumulativa, sino de una batalla política directa por el curso del nuevo sindicato, como parte de la transición que protagoniza la clase obrera en lucha por la expulsión de los Pedraza y los Fernández del movimiento obrero. No casualmente, como en el subte, ya hay un operativo en marcha para reorganizar la Unión Ferroviaria preservando su adhesión al moyanismo; es decir, preservando a la burocracia sindical. La elección del subte se inscribe en una lucha política de conjunto por una nueva dirección del movimiento obrero argentino en uno de sus baluartes. Llevemos la Naranja-Bordó-Violeta a la victoria.