Políticas

13/7/2006|954

Superpoderes, bolivarianismo y Mercosur

Aunque el lector pueda encontrar las relaciones del título fuera de contexto, es seguramente las que va a encontrar vinculadas durante la semana política en curso y en la siguiente. Por de pronto, Kirchner volvió de Caracas con la propuesta de emitir un Bono del Sur con Venezuela, lo cual, dijo, serviría en el futuro para crear un Banco, también del Sur y, de seguido, un mercado de capitales del sur. Como los superpoderes autorizan al jefe de Gabinete a empeñar activos del Estado como garantía de la emisión de deuda pública, la relación entre bonos, bancos, deudas y superpoderes parece bastante clara.


Hasta hace muy poco tiempo, el llamado Foro Social Mundial abogaba por un impuesto a las transacciones financieras internacionales, conocido como Tobin Tax (impuesto Tobin, por quien lo diseñó), que debía servir no solamente para recaudar dinero para combatir la pobreza sino para poner coto también a la especulación financiera internacional. O sea, cómo rescatar al capitalismo por medio del sistema impositivo. Uno de los difusores de la doctrina bolivariana, Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique y chavista como pocos, era también un partidario furioso del Tobin Tax. ¿Cómo no sorprendernos, ahora, de la propuesta de crear nuevos instrumentos de especulación financiera, por parte de la corriente bolivariana, y hasta un mercado de capitales específico para tal menester? ¿No querrán aplicar un impuesto al mercado de capitales que ellos mismos van a crear? Sea como fuere, Kirchner volvió de Caracas, no con el pan bajo el brazo, sino con una propuesta capitalista que alimenta el desarrollo de la forma más parasitaria del capital. En cuanto al Foro Social Mundial, al Tobin Tax y a la propuesta de ‘otra globalización’, es claro que han terminado en el basurero. Pero los autores no se dan por aludidos.


Muchos podrán decir que un mercado de capitales del sur significará que las deudas de los Estados latinoamericanos serán financiadas por otros Estados latinoamericanos. Hoy día, por ejemplo, Venezuela tiene suscriptos 4.000 millones de dólares de deuda argentina. Pero cualquiera sea el superávit comercial de Venezuela o sus reservas en divisas, como consecuencia de su condición de exportador de petróleo, nunca podría rivalizar con los ‘hedge funds’ (los más especulativos de los fondos de inversión internacionales) que mueven activos por más de un billón de dólares, ni satisfacer en lo más mínimo la deuda pública de estos países, que en conjunto se aproxima también al billón de dólares. Como la deuda privada también integra el mercado de capitales, un mercado latinoamericano sería siempre un mercado deudor para América Latina y acreedor para las metrópolis imperialistas. De todos modos, a ‘no asustarse’, pues nada de esto va a ocurrir, por la simple razón de que cada mercado nacional latinoamericano disputa la atracción de capitales para sí mismo. De todos modos, como lo acaba de demostrar la unión forzada que la siderúrgica Mittal le impuso a la francesa Arcelor, los fondos especulativos dominan los mercados, y uno de ellos en particular, el fondo Goldman Sachs, que ganó en un año cerca de 30.000 millones de dólares. Cuando Arcelor y el gobierno francés quisieron resistir, se dieron cuenta que las acciones de la francesa estaban en manos norteamericanas e inglesas.


Lo que ocurre con los bonos argentinos que compra Venezuela es ilustrativo en todo esto. Por muy bolivariana que sea la operación, apunta a que Argentina pueda pagar los vencimientos de la deuda externa; o sea que el dinero bolivariano va a los bancos internacionales. Pero el gobierno de Venezuela tampoco se convierte en el acreedor de Argentina, ya que luego vende esos bonos a los bancos, en su mayoría extranjeros, que operan desde Caracas. Lo hace al tipo de cambio oficial de, más o menos, dos mil bolívares el dólar, que luego esos bancos revenden al exterior, cobrando en el mercado negro 2.500 bolívares por la moneda norteamericana. Todos ganan: el gobierno venezolano porque los bonos argentinos han subido y los bancos porque los revenden con ventaja y además sacan capitales del país. También gana el comprador en Nueva York, que lo hace con un descuento, partiendo la ganancia con el banco que opera en Venezuela. En la jerga financiera, un bono que se transa con descuentos es un ‘bono basura’. Estos ‘bonos basura’ influyen aún más negativamente que los que no lo son, porque son los primeros en desvalorizarse en una crisis y los que primero producen una suba de intereses.


El bolivarianismo de la operación no nos debe hacer olvidar que permite a Argentina endeudarse para pagar deuda, en un momento en que se encuentra semi-proscripta de los mercados internacionales debido a la deuda impaga con los bonistas que no aceptaron el canje de deuda y por los juicios que ventilan en Nueva York algunas empresas contra el Estado argentino. Venezuela facilita que Argentina pague a los usureros y que sus bonos circulen por el mundo sin necesidad de que Argentina los coloque en ese lugar. ¿Ayuda a eliminar el sometimiento financiero de Argentina? No, lo refuerza. ¿Refuerza a la causa nacional venezolana? No, la debilita, porque vuelve a dar poder a los bancos de Venezuela que habían quebrado en el pasado en sucesivos escándalos y que habían conspirado contra Chávez en el golpe de abril de 2002. Lo que sí refuerza es la relación con el gobierno español de Zapatero, porque los negocios lo hacen sucursales del BBVA y del Santander.


Kirchner anuncia, como si hubiera cruzado los Andes para pelear contra los españoles en Chile, que en el futuro tendremos un bono argentino-venezolano, lo que permitiría pagar una tasa de interés menor. El presidente del des-endeudamiento nos diseña un futuro de mayor deuda externa. Muy interesante para un ‘nacional y popular’, que además quiere superpoderes. Superpoderes para mayor endeudamiento; en esto Alberto Fernández es un experto. Pero un bono bi-nacional no mejoraría la calidad de la deuda argentina sino que empeoraría la de la deuda venezolana. Lo que Kirchner nos está diciendo sin decirlo, es que piensa arreglar con los bonistas en default y con los pulpos que llevan adelante los juicios —sólo así los calificadores de deuda le mejorarían el puntaje. Detrás del anuncio de un bono binacional hay una advertencia anti-nacional.


¿Se puede construir la independencia de América Latina con bonos de deuda, bolsas, bancos y mercados de capitales? Responder que sí es ignorar que se trata del mecanismo histórico del sometimiento de América Latina. A esta parte del mundo no la dominaron las cañoneras sino el capital financiero; aquí no hubo ‘gurkas’ ni ‘cipayos’, solamente agentes financieros de la banca extranjera ocupando la cartera de Finanzas o Economía. ¡Si un Roberto Alemann fue ministro de Economía del gobierno que decía estar peleando por Malvinas!


De cualquier manera, los bonos binacionales que anuncian nuestros próceres son en dólares, o sea un subsidio a la emisión de moneda de la banca central norteamericana. En este punto, Lula fue más lejos, porque hace unos meses largó una emisión de deuda brasileña en Nueva York, en reales. El gobierno brasileño está obsesionado, como lo estaba Cavallo, en armar un mercado de capitales en moneda nacional. Cavallo nos llevó a la ruina; Lula ha permitido el mayor nivel de beneficios financieros en su país en toda la historia. Los mercados o títulos en monedas nacionales también son la delicia de los especuladores, e incluso la superdelicia. ¡Es que les permite especular por tres! Con los bonos, con la fluctuación de la moneda donde se transa el bono, o sea el dólar, y con la moneda de emisión del bono, en el caso de Brasil, el real. Las posibilidades de beneficios se multiplican cuanto mayor son los mercados de monedas y de capitales que relacionan. Por eso advertimos que la formación de un mercado de capitales ‘índígena’ no sería un acto de ‘socialismo andino’ sino una tramoya más de los fondos especulativos.


Los superpoderes y los decretos de necesidad y urgencia están al servicio de estos sucios menesteres. La alternativa no es, sin embargo, el ‘honorable’ Congreso. La razón de ello es muy simple: el Congreso es el espacio de los ‘lobbystas’, no la representación del pueblo. Las leyes se compran y se venden —la economía de mercado y el Congreso se entrelazan a través del ‘equivalente general’, también conocido como la forma suprema del fetichismo—, en criollo, el dinero. Clarín se queja del ‘presidencialismo’ porque lo limita para ‘cabildear’ legisladores. La democracia capitalista es incapaz de sostener el principio republicano —que es, como dice la canción, “del pueblo lo que es del pueblo”.


Los espejitos de colores del nacionalismo burgués latinoamericano pueden engatuzar a los arribistas. No se trata de aceptar los continuos cambios de forma de la dominación del capital sino acabar con esta dominación. Es la única vía para la Unidad de América Latina en lo que hace a los objetivos nacionales, y para una unidad mundial que acabe con el hambre, la guerra y la destrucción física y moral de los seres humanos.