Políticas

3/12/2009|1111

Teatro Colón: Intentan desmantelar el Ballet

El director del Teatro Colón, Pedro García Caffi, presentó hace pocas semanas la temporada de ópera, conciertos y ballet que -afirma- se llevará a cabo el año próximo en la legendaria sala, para ese momento supuestamente reinaugurada. El Colón está cerrado desde hace un tiempo que parece eterno. Podrá decirse que los tres o cuatro años que lleva la clausura no representan una duración demasiado prolongada para una obra de gran envergadura. Pero si tomamos conciencia del deterioro sufrido por el Teatro en este lapso, la destrucción de su patrimonio, el ataque sistemático a sus trabajadores, la mala fe combinada con la corrupción y la completa inoperancia de los funcionarios municipales y profesionales contratados, comprobamos que ese tiempo resulta mucho más extenso y dramático que el tiempo cronológico.

La primera pregunta que habría que formularse es la siguiente: ¿estará efectivamente abierto el Colón el año próximo? Parece razonable desconfiar de cualquier anuncio que provenga de esta gente. Aunque el Master Plan, nombre repugnante si los hay, haya sido concebido por la gestión anterior del Gobierno de la Ciudad y pensado exclusivamente para destruir la naturaleza del Teatro Colón y hacer negocios con sus despojos, lo cierto es que el gobierno de Macri logró avanzar con este proyecto aun más lejos de lo que quizás imaginaron los responsables anteriores. Si hay algo realmente claro, es que el gobierno de Macri no tiene el más mínimo interés cultural en que el Colón funcione; el único motivo que puede moverlos hacia la apertura es el lucro privado.

Por lo pronto, ya hay negocios en marcha con el Ballet Estable, el sector más postergado y menos considerado de todos los cuerpos artísticos. El negocio consiste en lo siguiente: para los ballets anunciados van a contratarse bailarines de afuera, dejando totalmente de lado a los brillantes bailarines del propio cuerpo estable. Esta medida puede ser un castigo para los artistas que se resisten a la política del gobierno de Macri y de sus representantes en el Teatro Colón. Pero éste es sólo un aspecto; otro factor seguramente más importante es que Julio Bocca y su socio, el empresario Lino Patalano, impusieron estos bailarines de afuera (totalmente ignotos) que pertenecen a su agencia de contratación. En síntesis: cada contrato de un bailarín que no pertenece al Ballet Estable del Teatro Colón no sólo desplaza injustificadamente a un intérprete de este cuerpo estable -que por otra parte cobra un sueldo pero no se le permite bailar- sino que deja una jugosa ganancia a la empresa Patalano-Bocca, ganancia que seguramente será compartida con la dirección del Teatro.

No es casual que el diario La Nación haya comenzado a promover la figura de Julio Bocca como futuro director del Ballet del Colón. Un acuerdo bien aceitado entre la empresa mencionada y La Nación es que, a cambio de extensos reportajes a Bocca (en los que critica la “indisciplina” del Ballet Estable y los “problemas gremiales” del Teatro Colón), el diario venda una colección de videos de la promocionada y marketinera estrella masculina de la danza. Todos salen ganando. Mejor dicho, ganan ellos y perdemos todos los demás, incluso sin tener conciencia de la pérdida que estamos sufriendo.