Teatro Colón: un privatizador por otro


Pedro Pablo García Caffi renunció a la dirección del Teatro Colón llevándose un extraño premio: haber sido uno de los directores más repudiados por los trabajadores del coliseo porteño, quizás el más. García Caffi dirigía el Colón desde la reapertura del teatro, después del faraónico plan de refacciones que afectó su calidad edilicia y que reforzó la tendencia a transformarlo en una sala de alquiler, a expensas de sus artistas y de sus producciones propias. Es la orientación que había consagrado la ley de “autarquía” del Colón, que el PRO impuso en la Legislatura con los votos del kirchnerismo.


 


García Caffi abusó de las contrataciones en el extranjero de espectáculos “llave en mano” y presentó como una “apertura popular” el alquiler del teatro para espectáculos de dudosa calidad. Mientras tanto, los partidarios de la supuesta “apertura al público” llevaron el costo de sus plateas más allá de la frontera de los 1.000 pesos.


 


Para llevar adelante esta orientación, García Caffi emprendió una guerra contra los trabajadores del teatro. A los pases a disponibilidad, se sumó el crecimiento de las contrataciones precarias, que hoy abarcan a casi la tercera parte del personal. Los reclamos salariales fueron ninguneados y, a su turno, respondidos con represalias antisindicales contra la combativa Junta Interna de ATE. El director renunciante intentó el despido de toda su dirección gremial, frustrado por una lucha encarnizada que culminó en fallos judiciales en favor de la reinstalación de los compañeros. Sin embargo, la dirección del teatro se ha negado a reincorporar a uno de los despedidos, el delegado y contrabajista Pastor Mora. Cuando los funcionarios macristas vinieron a defender el presupuesto de Cultura en la Legislatura, le reclamamos a García Caffi por Mora. Nos respondió que nada podía hacer, porque “el caso estaba en la Justicia”. Pero al fallo favorable a la reinstalación ¡lo había apelado el mismo gobierno! El cinismo no puede ser mayor.


 


No sorprende, en este cuadro, que algunos atribuyan la renuncia de García Caffi al “desgaste” producido por las “tensiones internas” del teatro. Visto así, la acción tenaz de los combativos trabajadores del Colón terminó llevándose puesto a este privatizador instalado por Macri. En el medio, también se lograron reincorporaciones que pusieron un límite a la escalada contra el teatro.


Para reemplazar a Caffi, Macri y su ministro Lombardi han optado por Darío Lopérfido, un ex funcionario de De la Rúa cuyo único pergamino para dirigir el Colón es el cargo de “gestor cultural”. En buen castellano, un intermediario de negocios vinculado con las contrataciones artísticas. El macrismo se ha sacado el lastre de un director odiado, pero sólo para poner a salvo su política. El nombramiento de Lopérfido se entiende a la luz de la compra de los candidatos de la UCR por parte de Macri.


 


Sin perjuicio de ello, la fuga de García Caffi demuestra que esa política es incompatible con el Colón, con sus trabajadores y artistas. Es el momento de reforzar el reclamo por la reincorporación de Pastor Mora, el levantamiento de todas las sanciones y la satisfacción de los reclamos salariales pendientes. Sobre esta base, reclamamos la apertura de todas las cuentas y contratos de la gestión García Caffi, la derogación de la privatista ley de autarquía, así como la intervención y deliberación de trabajadores, artistas y técnicos en su programación y orientación cultural.