Políticas

9/11/2000|687

Techint (y Machinea) a punto de caer

¿Los días del ex patrón de Techint, Javier Tizado, al frente de la Secretaría de Industria están contados?


Tizado había sido puesto en la Secretaría de Industria para asegurarle al grupo Techint y a todos sus clientes el monopolio de la provisión de chapa y de repuestos para la industria automotriz. En los días previos a la asunción de Tizado, De la Rúa firmó un decreto —el 660— que establece que los autos fabricados en el país deben llevar un 30% de piezas fabricadas en la Argentina, neto de importaciones. Actualmente, se estima que los autos tienen, en promedio, un 15% de componentes nacionales.


Tanto las fábricas de autos, estén radicadas en Argentina o Brasil, como el gobierno brasileño, están en contra de esa decisión y advierten que el Mercosur estaría muerto de mantenerse esta posición. Las terminales no quieren que se les ponga ninguna exigencia de “integración nacional” y pretenden seguir con la “libertad” de fabricar o importar las autopiez as como mejor les convenga.


Como la importación de autos tiene un arancel del 35%, y la de autopiezas está en promedio en menos del 10%, las terminales se aseguran, importando las autopartes, una ganancia extraordinaria. Es que pueden vender hasta un 35% más caro que un auto importado –por el simple hecho de “armar” autos en la Argentina o en el Mercosur.


Por eso, apenas se conoció el decreto argentino, las terminales y el gobierno de Brasil pidieron la renuncia de la entonces secretaria de Industria, Débora Giorgi. Ante tamaña crisis, Techint le ordenó a Machinea que designara a Tizado en reemplazo de Giorgi, para asegurarse el control de las negociaciones con las terminales y con el gobierno brasileño.


Ante la cerrada oposición de las automotrices a aceptar el decreto 660, el ex mandamás de Techint ofreció darle un plazo a las terminales para que puedan alcanzar el 30% de piezas argentinas y, “para quienes lleguen a niveles superiores de integración, crear incentivos impositivos” (Ambito Financiero, 1/11). Esto significa que por ahora ese decreto 660 no está vigente.


Sin embargo, el gobierno brasileño y las terminales (que en este punto coinciden casi en todo) apuntan en otra dirección: llevar la negociación a fojas cero, lo que significa que el gobierno argentino revea o modifique el decreto y que se considere a las importaciones dentro “del 30% argentino”. Eso llevaría la integración argentina real a menos del 20%. Si el gobierno argentino acepta este criterio, Tizado no tendría nada que hacer al frente de la Secretaría de Industria.


Este choque se profundizó la semana pasada, cuando Machinea propuso reducir en tres puntos el arancel externo común máximo del Mercosur, que es del 35%. De inmediato, Brasil dijo que no estaba de acuerdo. Con esta propuesta, Machinea apuntaba a bajar la “protección extraordinaria” que tienen las automotrices, como presión adicional para que acepten el 30% de integración nacional. Como el arancel externo común sólo se puede modificar con el acuerdo de los cuatro países de la región, la propuesta de Machinea quedó muerta.


Mientras tanto, Fiat decidió fabricar un solo modelo en la Argentina en lugar de los cuatro que estaba fabricando, algo que también harían la mayoría de las terminales. Con esta decisión, las automotrices han salido a boicotear el decreto 660.


Las presiones a favor de la renuncia de José Luis “Techint” Machinea se inscriben dentro de este choque en torno a la industria automotriz.