Políticas

15/9/2011|1194

¿Tenemos Banco del Sur?

La unanimidad con la que fue aprobado por la Cámara de Diputados el proyecto que establece la adhesión de Argentina al Banco del Sur debería moderar el optimismo de los autodenominados nacionalistas que anidan en el gobierno. Una de dos: o los Pinedo y Bullrich han sido ganados a la causa de la “patria grande latinoamericana” o el afamado Banco no pasa de ser una criatura deforme.

Los diputados aprobaron el proyecto a libro cerrado sin debate, junto a otros proyectos, algunos referidos a aumentar penas por delitos sexuales. Nuestros nacionalistas han perdido hasta el menor sentido de la puesta en escena. Pero no les vino mal. Pudieron zafar, por ejemplo, de explicar por qué demoraron cuatro años para ratificar la iniciativa y la razón para que Brasil siga sin dar su consentimiento. Como el Estatuto del Banco establece que se requiere la mitad más uno de los países comprometidos (y las dos terceras partes del capital previsto) para ponerlo en marcha, hace falta que lo voten uno entre Brasil, Uruguay y Paraguay. En este caso, debería ser Brasil, el mayor aportista de los tres.

Aunque Brasil no tiene interés en la iniciativa, ha comprometido su aprobación. En el mejor de los casos, el Banco del Sur tiene previsto un capital de 7.000 millones de dólares, una migaja, que deberán ser suscriptos al cabo de cinco años. Con un capital tan escaso, el Banco del Sur no podrá cumplir ninguna de las funciones que se ha adjudicado (invertir en infraestructura). El monto del capital contrasta con las reservas acumuladas por estos países, que superan los 250.000 millones de dólares. El Banco de Desenvolvimiento de Brasil tiene un capital de 30 mil millones de dólares y una fuente inagotable de financiamiento -la Anses en sigla portuguesa. Los bancos no financian con sus capitales, sino con el dinero que recogen en los mercados internacionales. Con un capital insuficiente, el Banco del Sur se convertiría, en el mejor de los casos, en una correa de transmisión del capital internacional.

Los apologistas de la iniciativa destacan que el Banco podría financiar a las Pymes. Pero los grandes capitalistas no verían esto con malos ojos, ya que convierte al Estado en garante del endeudamiento que contraigan.

El Banco del Sur no podría nunca compensar la crisis de financiamiento descomunal que está provocando la crisis mundial, ni lograría financiamiento para sus préstamos. Los 400 millones que le corresponderá aportar como capital a la Argentina equivalen a menos de una semana de fuga de capitales; infinitamente superior es el saqueo a que somete al Banco Central o a la Anses. Mientras se proclama la formación de una “institución financiera soberana”, se promueve el desangre financiero del Estado.

A la luz de lo expuesto, se entiende porqué los Pinedo y Bullrich han dado un voto aprobatorio.