Trágico viernes para los presos de Devoto

El viernes pasado trascendió en diversos medios una “pelea porque los reclusos se resistían a una requisa” (La nación, 22-8) en la que “se encontraron dos celulares y un chip que habrían sido utilizados por los presos para realizar “secuestros virtuales” desde la prisión” (Página/12, 23/8).

Efectivamente, como informaron los medios, la requisa entro al Celular 1° ubicado en el Módulo 5 del penal a allanar con orden judicial. Así lo vienen haciendo en las últimas tres semanas, aparentemente debido a denuncias de damnificados por secuestros virtuales.

Lo que no transcendió fue que cuando los pibes del Celular 1° volvieron al pabellón, muchos de ellos -que tenían sus cosas preparadas para recibir a sus visitas en lo que iba a ser una fiesta de fin de cuatrimestre y entrega de diplomas en un acto académico organizado por la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA; dentro del Centro Universitario Devoto (CUD), que depende de la UBA- encontraron que les habían tirado bolsas con sus termos y les habían mordisqueado, pisado y revoleado por todo el pabellón la comida que tenían preparada para sus visitas.

Si hay algo sagrado para un preso/a es su visita y la atención que se le brinda a ella. En ese momento ellos decidieron revelarse frente a esa provocación, tomar el pabellón y resistir la entrada de una nueva requisa destinada a reprimir la medida adoptada por ellos. Se escucharon tiros y gritos a media mañana: todo estalló con la irrupción al pabellón de la requisa que rompió una pared lateral y reprimió violentamente. Cuando cesaron los disparos, los golpes y las peleas, fueron llevados todos los presos del pabellón a un patio del penal. En ese momento el Servicio Penitenciario nos informó a los docentes del CUD que no iba a haber ningún tipo de actividades ese día. Eran ya las 12 del mediodía.

No se ocuparon los medios de contar que a los pibes del Celular 1° los tuvieron hasta cerca de las 20hs mojados, golpeados en un patio interno, asistidos sólo por los compañeros del Celular 2° que les bajaban ropa y comida que ellos también habían preparado para la fiesta que tampoco tuvieron. Ni contaron que muchos de ellos estaban muy lastimados en el hospital de la cárcel, ni que algunos hasta debieron ser trasladados a hospitales externos, ni que el resto está totalmente apaleado, ni que esto fue una clara provocación para que ese día la cárcel saliera en los medios.

Hay vecinos del barrio que quieren que la cárcel se vaya. Hay un servicio penitenciario que pone trabas continuas a la educación de los presos. Hay una sociedad que cada tanto necesita señalarlos de culpables de problemas que van mucho más allá de los presos. Lo cierto es que nuevamente son los más débiles, el fusible.

Es hora que la UBA comience a despertarse. Eso intentaremos varios docentes y coordinadores del programa UBA XXII de educación en cárceles, esperando que nos acompañe Leandro Halperín, nuestro flamante director. Es el segundo gran atropello que recibe el programa este año; el anterior fue hace dos meses en la cárcel de mujeres de Ezeiza, cuando una requisa del servicio interrumpió el normal dictado de clases, intimó a dos compañeros docentes a terminar sus actividades y retirarse, y luego golpeó y denigró a algunas de las presas.

Este viernes o el próximo a más tardar nos propusimos hacer la fiesta del CUD.

Agustín Martínez, docente del Centro Universitario Devoto, Roberto Ben, docente del Centro Universitario Ezeiza, Nair Repollo, coordinadora Programa UBA XXII Fac. Cs. Exactas y Naturales, Alcira Daroqui, coordinadora Programa UBA XXII Fac. Cs. Sociales, Juan Pablo Parchuc, coordinador Programa UBA XXII Fac. Filosofía y Letras