Triángulo chino

Los diarios del miércoles ponen una luz definitiva sobre la crisis de las exportaciones de aceite de soja a China. Coinciden en informar que, por un lado, Brasil y Estados Unidos han sustituido las exportaciones de Argentina en junio y julio; por otro, destacan un incremento de las inversiones de China en minería y petróleo. O sea que los chinos no quieren ‘nuestros’ aceites, en represalia por medidas de protección contra calzados y textiles de China, pero sí están dispuestos a comprar oro, cobre y petróleo. Después de todo, una petrolera de China ha comprado el 60% de Bridas en Panamerican Energy, que trabaja en Chubut con la ‘derramadora’ BP y otra se ha instalado en el Belgrano Cargas, el principal transporte de productos agrícolas. ¿Pero es posible que los K, agentes de los pulpos mineros, acepten inversiones de parte de quienes boicotean el negocio nacional del aceite de soja?

El tema lo va a tocar la Presidenta en un próximo viaje a Pekín. Mientras tanto, los monopolios internacionales que operan en Brasil y en Estados Unidos desvían a China las exportaciones de aceite de soja originalmente previstas a otros países, en tanto que redireccionan hacia esos otros países las exportaciones que debían salir de Argentina a China.

Es que ni Brasil ni Estados Unidos tienen la capacidad para suplantar la oferta de Argentina o colmar la demanda de China. Al final, Cargill y Dreyfus operan en los tres países. Ellos se encargan del triángulo. Y algo más: aprovechan el apuro de los sojeros brasileños y norteamericanos por vender, ya que sus respectivas monedas se están revaluando, y toman distancia de los sojeros argentinos, que retienen la soja en silos-carpa a la espera de una mayor devaluación del peso.