Políticas

16/1/2020

Trump aprieta, y Fernández no saca los pies del plato

Sobre el ingreso de Brasil a la OCDE.

Cuando se difundió la noticia de que el gobierno de Trump había virado hacia un apoyo preferencial a Brasil para que ingrese a la OCDE (para lo cual Argentina estaba hace dos meses en primer lugar), desde la Cancillería de nuestro país buscaron restarle importancia a la cuestión. Felipe Solá definió como “lógica” la decisión, ya que el gobierno de Bolsonaro habría hecho todos los deberes y merecería esa prioridad.


Esos deberes cumplidos en el país carioca son ni más ni menos que las reformas laboral y jubilatoria, políticas antiobreras que tienen en la OCDE y el Banco Mundial a sus principales promotores. Las declaraciones del canciller argentino expresan un aval a esa hoja de ruta.


Pero lo más importante es que, por más que los funcionarios de Alberto Fernández minimicen el asunto, se trata de una manifestación de lo arenosa que puede ser la relación con Estados Unidos, en medio del intento por reestructurar la deuda con el FMI -en la que la posición de Trump será determinante. El propio Fernández había planteado públicamente que esperaba del magnate norteamericano su apoyo en la negociación.


La Nación recoge en su edición matutina (16/1) declaraciones interesantes de funcionarios del gobierno. Refiriéndose a la situación de Venezuela, un vocero oficial sostuvo que “quedó claro que nuestra posición, cercana a México y Uruguay, es la que más ayuda a encontrar soluciones, y a Estados Unidos también le sirve que sostengamos esas posturas dialoguista”. Esta confesión, sin embargo, es por el momento una expresión de deseos: el titular del subcomité del Hemisferio Occidental de la cámara baja estadounidense recomendó ayer que, ya que se mantiene dentro del Grupo de Lima, Alberto Fernández debería ser más taxativo en definir al gobierno de Maduro como una “dictadura”, si quiere que el vínculo con la Casa Blanca no se torne “difícil”.


Uno de los hombres del Frente de Todos que mejores relaciones cultiva en tierra norteamericana manifestó, en esa sintonía, que Venezuela “no respeta las normas democráticas”. El vocero es Sergio Massa, quien además agregó que “se ha perseguido a opositores; yo tengo una histórica relación con Leopoldo López, Capriles, y con muchos jóvenes universitarios que terminaron presos sólo por pensar distinto”. Un sugestivo acercamiento a la derecha escuálida. Para hacerla completa, también recordó a Evo Morales que “la condición de refugiado no debe ser usada para afirmaciones políticas más allá de lo mínimo e indispensable” (La Política Online, 16/1).


Pero la relajación que simulan en el entorno de Fernández tiene, a fin de cuentas, un punto de apoyo. El funcionario del Fondo Monetario con cierta responsabilidad sobre el caso argentino, Alejandro Werner, saludó recientemente las medidas de ajuste habilitadas por la sanción de la Ley de Emergencia, en primer lugar el congelamiento de las jubilaciones. “Te diría que estas primeras medidas pues nos hacen ver que el Gobierno se va moviendo en una dirección positiva”, declaró el mexicano.


De todas maneras, la negociación de la deuda todavía no está encaminada. Recién a fines de enero, con la mediación del Vaticano, habría un encuentro de Alberto Fernández con Kristalina Georgieva, la titular del Fondo. La ausencia de un plan económico que anticipe cómo el gobierno argentino afrontará la crítica situación del país genera inquietudes en el organismo multilateral de crédito, y los voceros del capital financiero aseguran que la falta de avances significativos en la reestructuración está empezando a impacientar a los bonistas. 


Para mostrar, en este cuadro, que el gobierno argentino no apuesta a sacar los pies de plato, la primera gira internacional del presidente tendrá una parada previa a la Santa Sede. Fernández realizará una visita oficial a Israel, uno de los principales aliados del imperialismo yanqui en el conflictivo escenario del Medio Oriente. Toda una definición.