Cuando en septiembre, Chacho Alvarez lanzó su candidatura presidencial desde Tucumán, presentó en sociedad a su elenco del NOA, encabezado por el diputado nacional Vitar, el vicegobernador de Catamarca y su última adquisición en la provincia, el ex ministro de Ortega, Ramírez, que aprovechó para decir que “con Ortega otra política era posible”. También se presentó el ex candidato a intendente de Simoca en el 91 por el bussismo, quien “sostuvo que al poco tiempo de ingresar a Fuerza Republicana (se) dio cuenta del engañoso slogan de la fuerza moral de los tucumanos, por eso los abandoné” (La Gaceta, 21/9).

El Chacho, en diversas entrevistas, denunció en esa oportunidad que Menem se orientaba a un pacto con Bussi, pero en ningún momento explicó sus propias razones para formar el “bloque Tucumán” en el Congreso Nacional con la UCR, el PJ y el bussismo.

El Chacho se reunió, en esos días, con distintos representantes de los “pequeños empresarios” (Ucit, la FET, Cámara de Tabacaleros, etc.), pero no lo hizo con sectores obreros. En esto quizá tuvo que ver la posición del secretario general de ATE, el legislador Marcelo Sánchez, quien sostuvo que “el Chacho nos desilusionó” (La Gaceta 27/9), y que “creemos que los votos para el FG pueden favorecer la candidatura del general Bussi, por lo que decidimos… quedarnos en el PJ”, esto a pesar de que “para nosotros el ajuste que se está haciendo es realmente salvaje” (ídem).

Es con estos ingredientes que se ha ido cocinando el Frente Grande.