Políticas

27/4/1993|389

Tucumán: Palito, un chirolita de los hambreadores

La promoción de Palito está basada en una manipulación de la realidad provincial. Palito es presentado como el hombre que sacó 1a Tucumán del caos y que está resolviendo los problemas más afligentes de la población humilde, lo cual es una completa impostura. Bajo el gobierno de Ortega, la desocupación siguió creciendo y ya supera el 12% (la más alta del país) de la población activa, otro 12% revista como subocupado. Con el cierre de Papel Tucumán y la amenaza de varios ingenios de no moler la caña, la situación es de catástrofe social. Palito se jacta de haber puesto en orden las finanzas provinciales, pero aún no pudo rescatar el bono con el que se siguen pagando gran parte de los salarios de los empleados públicos. La provincia se sigue endeudando. Una expresión de ello es la emisión de los bonos (Independencia) con los cuales se está haciendo frente a viejas deudas con los jubilados y estatales y con los proveedores del Estado. Lo único que el gobierno ha logrado reducir es el gasto en salarios sobre la base de mantenerlos congelados, y ahora se propone solucionar el déficit en el Instituto de Previsión Social (ha enviado un proyecto de ley a la Legislatura) liquidando el 82%, aumentando la edad y los aportes jubilatorios, y la cantidad de años de trabajo.


Palito dijo que nadie puede vivir por debajo de los 300 pesos, pero gran parte de los empleados públicos no llegan a esa cifra, y en el caso de los salarios azucareros promedian los 200 pesos. En el caso de los pequeños cañeros, el 80% de los ingenios aún no pagó la caña de la última zafra, por lo que se han tenido que conformar con un subsidio estatal de 150 pesos.


Palito sólo se preocupa por camuflar este cuadro de agravamiento de la miseria colectiva realizando demagogia asistencialista, gracias a una descomunal asistencia financiera del gobierno nacional.


Crisis industrial


Palito ha sostenido reiteradamente que su gobierno lograría el ingreso de capitales para reactivar la economía. En su último discurso en la Legislatura, el único ejemplo que pudo dar es el inicio de la construcción de la usina termoeléctrica del Bracho (presupuestada en 300 millones de dólares), que tiene por base un gran negociado, pues el gobierno le ha asegurado a las empresas constructoras una ley provincial que desgravará la construcción y la energía que produzca la usina, lo cual permitiría obtener enormes beneficios, máxime cuando tiene un mercado eléctrico cautivo. Además, una de las empresas constructoras (Pluspetrol) consiguió también la autorización para construir un gasoducto para abastecer la usina, que nace de los yacimientos salteños recientemente privatizados, precisamente a la propia Pluspetrol.


Fuera de esta “inversión”, en la provincia existe una situación de quebranto y retroceso industriales, cuyo caso más resonante ha sido el de Papel Tucumán, pero también han cerrado varias metalúrgicas, y en las textiles en todos los casos existen planes de reducción productiva. Pero donde la crisis industrial es más explosiva es en la industria azucarera, pues la mayoría de los ingenios están en situación de quebranto (este año han quebrado el ingenio Marapa y el Providencia); y aunque muchos de ellos están funcionando bajo el sistema de arriendo, ahora han comenzado a quebrar las propias empresas arrendatarias. Una serie de factores indicarían que la próxima zafra se haría en condiciones de mayor rentabilidad: el precio mundial del azúcar ha aumentado un 65%; el precio interno se ha duplicado; el cañaveral para esta zafra sería inferior en un 30% y el gobierno provincial ya ha conseguido por medio del Banco Provincia y la Caja Popular una serie de créditos de la banca de EE.UU. que cubren el 50% de la financiación de la zafra.


Precisamente, las perspectivas de una zafra más rentable han agudizado la lucha interpatronal para monopolizar esos beneficios.


Reflejo de ello es el planteo de cuatro ingenios de fundar una nueva cámara empresaria que rivalice con el CART, que domina el Mercoazúcar, un monopolio comercializador manejado por los grandes ingenios y sostenido por el gobierno provincial.


Un programa para la lucha


La política de Palito al servicio de un puñado de chupasangres está sostenida por todas las fracciones del justicialismo, por la UCR (que le ha dado quórum en la Legislatura en todas las cuestiones fundamentales) y por la CGT e incluso los diversos sectores del centroizquierda, varios de los cuales tienen puestos en el gobierno. El CTA no existe porque su dirigencia está completamente alineada con Palito, hasta el punto de que el legislador miembro de la dirección de ATE ha votado a favor de la privatización de Agua y Energía, y en la reciente elección del senador nacional se alineó con el bloque legislativo más afín al orteguismo.


El bussismo está en un proceso acelerado de descomposición.


Las masas están atravesando una situación de reflujo, pero también una situación social sin salida. La cuestión clave de este período es forjar una vanguardia obrera para impulsar la organización y las luchas y para darles una dirección consecuente.


El PO levanta la siguiente plataforma de acción: Salario mínimo de 500 pesos; defensa del 82% y demás conquistas jubilatorias; indexación del salario azucarero en los niveles del precio del azúcar; pago íntegro al trabajo del pequeño cañero; plan de viviendas bajo control de los trabajadores; confiscación de Papel Tucumán y de toda fábrica que cierre o despida, para garantizar la defensa de las fuentes de trabajo; apertura de los libros y control obrero de los grandes ingenios; impuesto progresivo al gran capital para rescatar la educación y salud públicas, elección inmediata de los delegados comunales ante el intento del gobierno de posponerla manteniendo la dominación despótica de los pueblos del interior.