Políticas

20/2/1997|528

UCR-Frepaso: Quién se fue al mazo ?

Las últimas novedades del culebrón entre la UCR y el Frepaso es que varios dirigentes del radicalismo aceptarían la exigencia de que Alvarez y Fernández Meijide encabece las listas comunes en Capital y Buenos Aires, respectivamente. Quedarían descartadas, así, las internas abiertas para determinar el orden de las candidaturas, y el radicalismo recibiría, como premio consuelo, la cabeza del frente en el resto del país.


Con relación al programa no se sabe nada, en el sentido más completo de la palabra. No solamente el frente no tiene programa, sino que no se sabe siquiera si podría llegar a tenerlo. Con excepción del chaqueño Rozas, que produce pobres mientras alega luchar contra la pobreza, los demás gobernadores radicales son francamente privatistas; Verani y Mestre son autores de programas de rebajas salariales y represores siempre dispuestos a cumplir con las reestructuraciones firmadas con el FMI. Son acusados incluso de dirimir diferencias reprimiendo periodistas o poniendo bombas en la entrada de la Universidad.


La ausencia de un programa desvirtúa el alegato de que necesitan unirse para enfrentar al menemismo. Una unidad sin programa, si es que consigue llegar a las elecciones, se desbarataría después, como una simple consecuencia de las presiones sociales. Una unidad de trepadores para el 97 no garantiza la unidad política para el 99. Aun en un frente, carecerían de credibilidad. Es claro que los radicales aceptarían los términos planteados por el Frepaso, porque calculan quedarse con una porción decisiva de las cámaras, teniendo en cuenta que sólo se renueva una parte de las bancadas.


La unidad entre el Frepaso y la UCR no es, objetivamente, un intento de asegurar el fin del menemismo, como lo demuestra el hecho de que ninguno de los dos partidos plantea revertir la entrega económica y la destrucción laboral del menemismo. Como además no conciben desplazar al menemismo antes del 99, es claro que, de máximo, pretenden co-gobernar en los años que restarían para las presidenciales. Lo que impulsa la unidad radical-frepasista es la necesidad de demostrar a los grandes pulpos y al gobierno norteamericano, una capacidad para gobernar, es decir, para enfrentar las presiones de las masas y de la crisis social. Aunque se quede con los primeros puestos en los privilegiados distritos del puerto, no es la UCR la que cede al Frepaso, sino es el Frepaso el que, con esta alianza, da otra paso más en el camino que lo convierte en comisionista del capital financiero internacional.


Los probables aliados repiten que quieren enfrentar al menemismo, pero concentran baterías en la provincia de Buenos Aires, es decir que apuntan contra Duhalde, no contra Menem. Tienen con Menem a un enemigo común: el conjunto de intereses que Duhalde ha tejido por medio del Banco Provincia, el cual incluye ahora, emisión de bonos mediante, a poderosos bancos internacionales. Si Duhalde derrota a la coalición radical-frepasista, los aliados deberán buscar trabajo con otros ‘sponsors’. En tal caso, una parte del Frepaso será cooptada por Cavallo, y una parte del radicalismo por Duhalde. En el 99, la sucesión se podría polarizar entre un frente de Cavallo-Palito-Béliz-Frepaso y otra de Duhalde-Alfonsín-Posse. La única incógnita será si Terragno irá o no con Cavallo.


La alianza radical-frepasista, con todo, ha tenido demasiadas peripecias como para darla por hecha. Depende en grado extremo de la evolución de la situación política en las próximas semanas. Puede consolidarla un agravamiento de la crisis y de las luchas populares, frente a las que actuaría como un factor de contención. También puede impulsarla un hundimiento del duhaldismo, debido al crimen de Cabezas.


Como a todas las coaliciones de trepadores y arribistas, la unirá no el amor, sino el espanto.