2/12/2004|879

Ucrania: Se agrava la crisis


La crisis política desatada en Ucrania por las denuncias del candidato opositor Viktor Yushchenko, de fraude generalizado en las elecciones presidenciales, sigue abierta.


 


La Corte Suprema se abstuvo de declarar la victoria del candidato oficialista, Viktor Yanukovich, abiertamente respaldado por Rusia.


 


Bajo el patrocinio de la Unión Europea, Rusia y Polonia, el gobierno y los dos candidatos acordaron mantener “negociaciones” para encontrar una “salida pacífica” a la crisis. El actual presidente, Leonid Kuchma, plantea la realización de nuevas elecciones, con una reforma constitucional previa que otorgue mayores poderes al primer ministro y permita, de esta manera, un “reparto del poder” entre las dos fracciones en disputa.


 


“Las discusiones en curso, informa un corresponsal, están centradas en los términos de las nuevas elecciones. Kuchma y sus aliados quieren que se vote bajo una constitución revisada que les aseguraría mantener ciertos poderes. Quieren nuevas elecciones con candidatos completamente nuevos”, mientras que el opositor reclama elecciones sólo en los distritos en que hubo fraude a favor del candidato oficialista (Financial Times, 1/12). Un vocero del gobierno alemán informó que, en una conversación telefónica con el canciller Schroëder, Putin habría aceptado la realización de nuevas elecciones.


 


Pero, aunque tanto el gobierno como Rusia y la Unión Europea “impulsan fuertemente un entendimiento” (Financial Times, 28/11), la división que se está produciendo en el propio campo oficialista impide a Kuchma encontrar una salida y amenaza con un estallido de violencia.


 


Los parlamentos locales de 17 de las 27 regiones de Ucrania, en particular los de Crimea (en una época, asiento de la armada rusa del Atlántico, que todavía cuenta con un “permiso especial” para operar en ese puerto), Donetz (la región más industrializada del país) y Lugantsk –las regiones orientales, más ligadas a Rusia– amenazan con plebiscitos para declarar su “autonomía” (e, incluso, su “independencia”), si el opositor Yushchenko es designado presidente.


 


Estas tendencias son alimentadas por la propia crisis rusa: mientras Putin procura un “entendimiento”, Yuri Luzhkov, el alcalde de Moscú, viajó a la región rusoparlante de Ucrania para respaldar sus reclamos autonomistas. En la ciudad de Severo Donetsk calificó a la oposición como “un aquelarre de brujas”.


 


Otra manifestación de la división del campo oficialista –y un nuevo factor de crisis– es la fractura de la oligarquía, surgida de unas “privatizaciones” tan mafiosas y oscuras como las rusas.


 


La mayoría –y los más importantes– oligarcas ucranianos apoyaron sin disimulos al candidato oficialista. Pero, ante los resultados electorales, el más importante de todos ellos, Viktor Pinchuk, nada menos que el yerno del actual presidente Kuchma, declaró que “creo que debe haber un consenso” y se declaró dispuesto a “actuar como puente” entre el oficialismo y la oposición (Financial Times, 26/11). “Yanukovich y Yushchenko deben llegar a un compromiso. Por ejemplo, uno puede ser presidente y el otro primer ministro”, acaba de declarar el principal oligarca ucraniano (Financial Times, 1/12).


 


Pero el segundo más importante oligarca, Rinat Akhmetov –la base de cuyo poder se encuentra en la región rusoparlante del Donetz continúa respaldando incondicionalmente al candidato oficialista. Esta fracción de la oligarquía es señalada como una de las principales impulsoras de las iniciativas “autonomistas” de las regiones orientales de Ucrania.


 


Yushchenko y la oligarquía


 


Un comentarista explica el “giro” del principal oligarca ucraniano hacia un “entendimiento” con el candidato opositor de la siguiente manera: “Los oligarcas –dice–, podrían, en última instancia, abandonar a Yanukovich, pero lucharían por mantener el sistema que él representa” (Financial Times, 26/11).


 


El opositor Yushchenko no es una amenaza para este “sistema”; al contrario, es parte de él. Como antiguo presidente del banco central (bajo el actual presidente Kuchma), armó un “esquema” por el cual los préstamos del FMI eran distribuidos a los bancos que luego los fugaban al exterior. (Este “esquema” era la copia exacta del que utilizaron los bancos rusos en la misma época, bajo el gobierno de Yeltsin; en uno y otro caso, el “corresponsal” de estas operaciones de fuga de capitales era el Bank of New York, tan mencionado en la Argentina por estos días.)


 


Estos “servicios” le valieron ser designado primer ministro en 1999. Fue despedido por las disputas entre las camarillas privatizadoras que él representaba (la Unión Industrial del Donbas) y las camarillas rivales.


La posición de la oligarquía ilustra el contenido social de la disputa: no se trata de un enfrentamiento entre la “democracia” y la “tiranía”, sino del enfrentamiento entre dos alas de la oligarquía, una orientada hacia “Occidente”, la otra hacia Rusia.


 


Dinámica


 


Para el poder, las potencias involucradas y la oligarquía, encontrar una “solución negociada” es acuciante: además de la explosiva amenaza de la división de Ucrania, la crisis amenaza con llevar al colapso al sistema financiero, “como un castillo de naipes”, según la gráfica expresión del presidente Kuchma. Según un diplomático, “la nave del Estado hace agua como un colador” (Financial Times, 28/11).


 


Pero hay una razón adicional en la urgencia por encontrar una “salida” a la crisis. Según informa un corresponsal, “el movimiento de masas está adquiriendo su propia dinámica” (Financial Times, 26/11).


 


En el oeste, donde el candidato opositor obtuvo una mayoría aplastante, se ha declarado una virtual huelga general en fábricas, universidades y escuelas, y hay masivas ocupaciones de edificios públicos (aunque en muchos casos, esto ocurre con el acuerdo de patrones y funcionarios estatales, que respaldan al candidato opositor). En estas condiciones, la represión sólo haría estallar una rebelión todavía mayor.


 


Cada día que pasa, “las multitudes se muestran menos dispuestas a aceptar otra cosa que no sea la derrota de Kuchma y Yanukovich” (ídem). El “problema”, precisamente, es que la “salida” que impulsan la Unión Europea y los opositores es el acuerdo con Kuchma, Yanukovich, los oligarcas repudiados y Putin.


La movilización se encuentra férreamente regimentada por direcciones pro imperialistas. Sin embargo, a la vista de que la “salida” que se está negociando significará una decepción para las masas, el principal consejo que le da el Financial Times al candidato opositor, en una nota editorial, es “mantener la disciplina de los manifestantes y evitar que se vean tentados por la violencia” (Financial Times, 26/11).


 


En medio de una crisis internacional, que amenaza las relaciones entre Rusia y “Occidente”, la integridad territorial de Ucrania y una crisis financiera mayúscula, la principal preocupación del imperialismo continúa siendo la regimentación del movimiento de las masas.