El gobierno nacional (Kirchner en persona) lanzó con un acto oficial en las pistas de Ezeiza el “primer vuelo” de la todavía “nonata” Líneas Aéreas Federales Sociedad Anónima (Lafsa).

Al mejor estilo K, fue una puesta en escena mediática, toda vez que la empresa no ha sido puesta en funcionamiento; carece de aviones propios y los de su “asociada”, Southern Winds, no están en condiciones de operatividad y mantenimiento; carece de rutas otorgadas (deben conseguirse por medio de una audiencia pública que aún no ha sido convocada), y el “plan de negocios” es un proyecto que por ahora convive con los 180 empleados de SW que están suspendidos desde hace meses.

La premura de Kirchner se debió a la existencia de un piquete de trabajadores que reclamaba el cumplimiento de las promesas en el plazo comprometido.

En este marco, Eurnekian (de Aeropuertos 2000 y accionista de SW, privilegiadísimo empresario de la “narcodemocracia” menemista) aportó dos aviones de su propiedad, a los que les taparon los logos con calcomanías de la nueva empresa estatal, salvando de esta manera a Kirchner. Aunque no trascendió, la escena habría sido fotografiada por espías de Aerolíneas Argentinas, competidora de la virtual Lafsa y dueña del 87 por ciento del mercado aerocomercial argentino.

Como parte del operativo “Lafsa”, se reincorporó a 350 trabajadores de la ex Lapa, la mayoría de los cuales carecen de tarea y cuyos sueldos serán abonados por el Estado.

En estas condiciones, el “lanzamiento” de la nueva compañía aérea no es otra cosa que el taparrabos del subsidio directo y del rescate de SW, a la que Kirchner le está pagando el combustible y los gastos operativos. El resto de los trabajadores de la ex Lapa deberá esperar.

Por otro lado, el silencio de las competidoras de la futura Lafsa – que en un principio salieron a patalear por el rescate de SW – obedece a que Aerovip (cuyo 20 por ciento es también propiedad de Eurnekian) y American Falcon ya estarían subsidiadas, bajo cuerda, por el gobierno nacional.