Políticas

21/10/2010|1151

Un crimen contra la clase obrera

En el mediodía de este miércoles 20, la emboscada criminal de una patota sindical terminó con la vida de Mariano Ferreyra, militante del Partido Obrero.

Otra compañera del PO, Elsa Rodríguez, y varios trabajadores ferroviarios siguen internados en grave estado.

Las balas asesinas defendían el negociado infame de la tercerización, que une a los empresarios K, al gobierno y a la burocracia sindical ferroviaria.

Con la plata de los subsidios, los concesionarios del tren pagan contratos millonarios a “empresas” que les pertenecen a ellos mismos.

La burocracia de Pedraza es comisionista de este negocio.

“Habrá que encontrar a los responsables”, dijo la Presidenta, luego de dedicar el acto en Parque Norte a la falta de sabor de las frutillas grandes -siete horas después de los asesinatos.

Pero los testimonios y videos acusan a la patota ferroviaria sin sombra de dudas.

Esos mismos videos testimonian que la policía liberó la zona donde la patota ejecutó su emboscada.

“Habrá que investigar”, dijo el gobierno que reivindica a la Juventud Sindical Peronista, el brazo armado de la burocracia sindical en los años ‘70.

El gobierno reiteró que “no reprime”, pero ¿no estamos acaso ante la tercerización de la represión por medio de patotas, como ya ocurrió en el Hospital Francés, o como pasa en el Subte por parte de la burocracia de la UTA.

Mariano militaba desde los catorce años; quería su puesto en la clase obrera con su oficio de tornero, pero, sobre todo, desarrollando las organizaciones de la juventud; se puso a luchar codo a codo por la organización obrera sobre bases clasistas, nada menos que en Avellaneda.

Mariano es el mejor ejemplar humano de la juventud que se pone de pie en el mundo entero.

Todos los militantes del Partido Obrero somos Mariano.

La lucha de Mariano resume las del Partido Obrero y de nuestra clase obrera.

Nos duele decirle, tan temprano, “hasta la victoria, siempre”.